Se lo toma con calma

ESTAMOS INMERSOS en ese maravilloso clima poselectoral en torno a las posibles alianzas de Gobierno y las figuras que siguen o que desaparecen del primer plano político. Lo de Rajoy ha sido estupendo, primero que me voy, luego que me quedo, y sus presuntos amigos, primero que te disputo el puesto o te echo, luego que soy el primero, o la primera, de tu equipo, que jamás he aspirado a la presidencia del PP ni a la candidatura a la presidencia del Gobierno. O ese disimulo de Zaplana, que se despide antes de que lo echen, que ya lo habían echado, lo mismo que a su amigo Acebes, aunque éste todavía no ha dicho esta boca es mía, que ya no lo es. O Francisco Camps, que se lleva a Rajoy a las fallas, tras no poder quitárselo de encima. Un espectáculo fascinante que no deben interrumpir hasta el verano. Zapatero se lo toma con calma, a sabiendas de que le sobrarán apoyos, y se va a Bruselas, donde lo reciben con aplausos todos los jefes de Gobierno que habían apoyado a Rajoy, y se lee sin prisas la carta de felicitación de George Bush, a la espera de visitar la Casa Blanca, cuando el inquilino ya no sea el jefe de las Azores. Duran i Lleida, Urkullu, el lehendakari, Anxo Quintana, esperan que regrese de Europa para intercambiar recaditos con él. Siete diputados -los que le faltan para la mayoría absoluta-, son muy pocos diputados y no es cosa de inquietarse o andarse con demasiadas prisas. Me imagino a Zapatero, al que tanto le han hecho sufrir los que le han hecho sufrir, viviendo feliz y durmiendo a pierna suelta, tranquilo, sin tener que disimular nada ni ocuparse de alguna que otra canalladita que algunos le han seguido diciendo, pero ya sin alaridos y hasta sin convicción. Y muchos españoles relajados, tras cuatro años de no dejarnos vivir en paz.