Diario de León

CON VIENTO FRESCO

Viaje hacia ninguna parte

Publicado por
JOSÉ A. BALBOA DE PAZ
León

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LOS PROBLEMAS que vive la UPL desde las pasadas elecciones municipales se agravan estos días y amenazan su pervivencia. No han sido sólo errores tácticos, sino problemas de fondo los que han provocado la crisis. Fue un error presentarse a las elecciones generales cuando nada tenía que ganar y sí mucho que perder, por ejemplo dinero en los gastos de una campaña electoral. Podría dudarse de los resultados en la provincia, pero nunca de que en esas elecciones el voto se polarizaría en torno a los dos grandes partidos nacionales. De golpe, la UPL perdió casi 40.000 votos lo que ha sido una verdadera debacle. Éste ha sido el principal error de Melchor Moreno, al que lo han inducido otros, pero él no es el culpable de la crisis, aunque ahora su persona esté en el centro del debate y aparezca como el chivo expiatorio al que todos quieren golpear para lavar sus culpas. Los resultados electorales, aunque previsibles, han dado la razón a los discrepantes con la actual dirección, pese a que fueron ellos quienes la eligieron. Éstos, liderados por Joaquín Otero, el presidente del partido, cuestionaron desde el primer momento el apoyo de la UPL al PSOE en el gobierno de León, posición discutible pues la alternativa no era mucho mejor: arrebatarle la alcaldía al PSOE mediante un pacto con el PP, que haría de Javier Chamorro el alcalde, con solo tres concejales; pero que ha resultado más cierta. La decisión no consensuada rompió públicamente a una formación que ya había sufrido en las anteriores elecciones municipales la escisión del fundador del partido; pero sobre todo el discurso leonesista y victimista del alcalde les arrebata su principal argumento. Ha sido, como en Cataluña con ERC, el abrazo del oso socialista el que se ha engullido a los pardillos. Estos son problemas coyunturales y los de la UPL son estructurales. El mayor de todos es el de la indefinición en cuestiones como el ámbito de actuación territorial y la posición sobre la autonomía. Conviven en su seno actitudes ya irreconciliables. Lo que nació como un proyecto regionalista, con la reivindicación de León solo para unos, o una mayor autonomía dentro de Castilla y León para otros, se está transformado, por la labor de un grupo pequeño muy radicalizado que lidera Abel Pardo, concejal de León, en un movimiento de carácter nacionalista que utiliza la lengua, el leonés, como elemento identitario de León frente a Castilla. El pragmatismo de unos, como Joaquín Otero y Héctor Castresana choca con el discurso cada vez más agresivo y nacionalista de los otros. Se habla ya de purgas y expulsiones, lo que no hace más que agravar la situación. El discurso de un nacionalismo leonés espanta a los leoneses, hartos de zarandajas; y como muchos españoles hemos interiorizado que la autonomía no ha resuelto las graves diferencias territoriales entre comunidades. La renta per cápita del País Vasco dobla la de Extremadura (30.000 euros frente a 16.000), por poner ejemplos extremos (la de Castilla y León se queda en 22.000 euros). La huelga de funcionarios de Justicia es otro ejemplo de cómo ejerciendo el mismo trabajo los sueldos entre comunidades alcanzan diferencias abismales. La autonomía ha permitido acercar la administración a los ciudadanos y, en general, el nivel de vida ha progresado; pero también es cierto que algunas, con sus exigencias exorbitadas, crean agravios y diferencias cada vez mayores y esto es difícilmente soportable. Los leoneses desconfiamos de este leonesismo nacionalista. 1397124194

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