Agotadas las entradas

A JUAN XXIII le pegaron un tiro cuando bendecía a la multitud congregada en la Plaza de San Pedro y, aunque dicen eso de que la historia se repite, hay que evitar su insistencia. La visita del actual Papa Benedicto XVI ha puesto en marcha una de las operaciones de seguridad más complicadas y costosas que han tenido como escenario las ciudades de Washington y Nueva York. La Guardia Suiza se mezcla con el FBI, que lleva uniformes menos vistosos, ya que sus agentes van de paisano. Juegan también un papel muy importante los perros detectores de explosivos, ya que su olfato es muy superior al de los mejores sabuesos humanos. Incluso no se descarta que haya gatos policías. La excursión de Su Santidad ha motivado que haya restricciones del espacio aéreo y hasta buzos en el East River de Manhattan. Existe una expectación que no sería mayor si hubiera resucitado Elvis Presley y ofreciera su primer concierto 'post morten'. Se han agotado todos los boletos, que es como la comunidad hispana denomina a las entradas. Dicen los expertos que la afluencia de inmigrantes hispanos ha hecho renacer a las iglesias católicas, que sin dejar de ser ecuménicas, vocablo que procede del griego y significa universal, tienen sus gustos nacionalistas. La verdad es que hay muchos más hinchas del Sumo Pontífice entre los hispanos que entre los anglosajones. Osama Bin Laden acusa al Papa de «liderar una nueva cruzada contra el Islam», pero otros de lo que le acusan es de no aludir, para nada, al problema de los sacerdotes pederastas. Allí se han registrado últimamente más curas cacorros que ventanas tienen los rascacielos. No puede reprenderles a todos. Su estancia tendría que ser por lo menos de un par de años.