Pizarro no seguirá Energía nuclear

AYER se apuntaba que Manuel Pizarro, número dos de la lista del PP por Madrid en las pasadas elecciones, ha comunicado a su círculo más íntimo que abandonará su escaño de diputado en los próximos meses. El ex presidente de Endesa, que con toda seguridad habría ocupado la cartera de Economía en un Gobierno del PP si Mariano Rajoy hubiese ganado las pasadas elecciones, ha pasado a ser un diputado raso de la oposición, una situación muy incómoda que, evidentemente, no colma las aspiraciones del ex consejero de Telefónica. Tras quedar apartado de la dirección del grupo parlamentario por decisión del propio Rajoy y de su flamante mujer de confianza en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, Pizarro ha comunicado a ambos que no está interesado en ocupar alguna de las presidencias o portavocías de comisión del PP en la Cámara Baja, que era una de las posibilidades que la dirección del partido había barajado en las últimas semanas. CON pudor, porque sabemos que en este asunto hay muchos intereses económicos presentes, algunos hemos defendido la pertinencia de regresar a la energía nuclear, ahora que como reconoce el propio Felipe González la seguridad es prácticamente absoluta y el problema de los residuos está casi completamente solucionado. Hoy por hoy, la energía de fisión -la de fusión no estará a punto hasta dentro de varias décadas- es la única que puede mitigar la dependencia del petróleo y reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera. Pero esta misión proselitista se ha visto perturbada, imposibilitada de hecho, por el comportamiento inconcebible de los responsables de la central de Ascó, que han ocultado una avería al Consejo de Seguridad Nuclear. La destitución de los autores de semejante desmán no corrige el desaguisado. De entrada, debería actuar la fiscalía por si tal imprudencia pudiera haber constituido un delito punible. Y además, la propiedad de la central tendría que ser inhabilitada. La sociedad civil de este país tiene derecho a negarse a ser víctima de un sector industrial que a todas luces no ha llegado a la madurez.