Zaplana deja el escaño Los otros piratas

FUE ayer la noticia oplítica del día: Eduardo Zaplana, ex presidente de la Comunidad Valenciana, ex ministro con Aznar, ex portavoz del PP en el Congreso durante la pasada legislatura, abandona el escaño de diputado en el Congreso para convertirse en delegado de la Unión Europea de Telefónica. Zaplana, uno de los azotes del Ejecutivo de Rodríguez Zapatero, anunció hace un mes su intención de abandonar su cargo como portavoz del Grupo Popular y manifestó su voluntad de «ser diputado raso». De esta forma, el dirigente del PP declaraba su intención de retirarse de la primera fila de la política. Según su testimonio, tomó esta decisión para «fomentar la renovación del PP». Ahora se han visto sus verdaderas intenciones. Pocas lágrimas se derramarán en el PP y fuera de él por esta defección inteligente, que demuestra que Zaplana es consciente de que se había abrasado en la vida política por lo que convenía que buscase otros derroteros. AUNQUE la oposición querrá, como es natural, conocer pormenores de las gestiones del Gobierno para liberar a los tripulantes del pesquero español Playa de Bakio, secuestrado por fuerzas irregulares somalíes en el Índico, parece plenamente incuestionable la tesis de que el Ejecutivo ha hecho lo que debía anteponiendo la libertad de los marineros a cualquier otra consideración. De cualquier modo, el ministro de Exteriores y la de Medio Ambiente comparecerán a dar explicaciones en el Congreso. El suceso, que no es el primero de esta índole en aquellos mares, ha generado ya la iniciativa de crear una fuerza militar de disuasión conjunta formada por los países que faenan en aquellas aguas. Pero se echa en falta alguna otra gestión menos belicosa y más sutil: desmantelar el sistema de extorsión que forman ciertos abogados en apariencia respetables y algunas instituciones de crédito, y que se ocupan de la «recaudación» del chantaje en Londres, que es donde se ha negociado la liberación. ¿Cómo es posible que los piratas tengan esa infraestructura en el corazón de Occidente? ¿Qué clase de hipocresía delictiva hemos de tolerar?