Diario de León

EL MIRADOR

El precio de la derrota

Publicado por
CÉSAR ALONSO DE LOS RÍOS
León

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MARIANO RAJOY está justificando sus controvertidos movimientos en nombre de la defensa de sus propios 'principios'. Es un argumento de tipo personal que resulta escasamente convincente. Desde luego, nada conmovedor. En primer lugar porque va unido a su lucha por mantenerse en el poder; en segundo lugar porque va vinculado a la eliminación, aparentemente caprichosa, de otras figuras políticas y, en tercer lugar, porque la base supuestamente idealista en la que se apoya Rajoy choca con las razones que aducen nada menos que los mejores espíritus del PP. Me refiero a las posiciones de María San Gil, José Antonio Ortega Lara, Jaime Mayor Oreja o Alejo Vidal-Quadras... Pero más allá de los debates sobre la validez de los argumentos con los que trata de defenderse Mariano Rajoy se están produciendo unos hechos dramáticos, lamentables, irrecuperables. Me refiero a las fracturas en las relaciones personales entre los propios dirigentes y altos cuadros del Partido Popular. La enumeración aquí mismo de estos enfrentamientos es tan conocido y, por otro lado, resultaría tan patética que prefiero dejársela al lector. Pero, sin duda, lo más lamentable es la avalancha de bajas de la militancia que comenzó a producirse desde el momento en que se conocieron las noticias sobre María San Gil y Ortega Lara. La responsabilidad de Mariano Rajoy, al llevar adelante la formación de su propio equipo en función de sus concepciones de España y del papel del PP hay que analizarla desde los efectos que va a tener en el sistema de partidos, esto es, en el sistema mismo democrático. Los hechos nos han instalado en el desprestigio del propio PP y, lo que puede ser peor, en la fractura de éste. Si la derrota electoral tendría que haber dado paso a la autocrítica de la dirección del PP, ha sido utilizada para hacer una sustitución de personas en función de sus ideas y en orden a la celebración de un Congreso perfectamente controlado por la propia dirección. Extrañamente el líder que tan condescendiente había sido en su forma de hacer la oposición a Zapatero se ha convertido en el reformador de su propio partido después de haber perdido dos elecciones legislativas y otras tantas autonómicas y municipales. No deja de ser sorprendente que después de haberse producido un hecho tan memorable como ha sido la movilización del conservadurismo español (esa suerte de rebelión cívica tal como calificó Alcaraz, ex presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo), pueda correr peligro de desagregación el partido que lo protagonizó.

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