Diario de León

TRIBUNA

Explicaciones todas, disculpas ninguna

Publicado por
JOSÉ LUIS GAVILANES LASO
León

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CUANDO escribí el artículo «El pico de Federico», publicado el pasado día 1 de junio en esta misma tribuna, muy lejos estaba de suponer que pudiera ser motivo de interpretación torticera y de aprovechamiento para determinados medios del periodismo digital y radiofónico en favor de un parlanchín visto para sentencia. Y aún más lejos que pudiese dar lugar a intervenciones anónimas, las cuales han saltado sobre mis palabras como el mecanismo de una ratonera a la entrada del hambriento e ingenuo ratoncillo. «Religión digital» reproduce mi artículo, «no como denuncia sino como un contenido más»; y «Libertad digital» se suma a la fiesta diciendo que yo «me mofo del atentado contra el señor Jiménez Losantos y luego le amenazo». En cada una de estas cortes, hay medio centenar de cobardes comentarios inducidos, la mayoría de ellos rebosantes de exquisita educación, decoro lingüístico y gran conocimiento y estima sobre mi persona, sin dejar de lado lo atinado en el comentario del texto. Veamos alguno de ellos. Un servidor es «mamarracho», «payaso», «matón», «que chorrea envidia», «pijiprogre de pacotilla», «agitador que hace apología del terrorismo», «gentuza», «verdadero fascista, no lo de Franco», «tipejo», «bicharraco al que hay que cortarle las alas», «escritor de bobadas», «terrorista liberticida», «rezumador de impotencia», «autor de artículo repugnante», «estalinista puro», «nula inteligencia y poco gusto», «flojo de verso y escaso de ingenio», y otras lindezas no menos degradantes y ofensivas, como «asesino» e «hijo de la grandísima puta». Y todo esto ¿por qué? Pues, simplemente, por haber hecho una parodia jocosa, con intención satírica y ánimo reformador. Para ello me serví de un recurso literario bien conocido, como la prosopopeya, es decir, atribuyendo en este caso a un gallo cualidades humanas. El procedimiento no tiene nada de nuevo. A lo largo de la historia literaria se ha dado voz y juicio a los animales, a las cosas y a las abstracciones. Cervantes hizo hablar a los perros, Manuel de Melo a los relojes, fuentes y monedas y, más recientemente, a todo un conjunto de bichos la pluma primorosa de Miguel Torga. Si bien es cierto que no se menciona al señor Losantos, no es menos cierto que recojo en el artículo circunstancias que corresponden a su biografía, entreveradas con otras absolutamente ficticias. Todo ello elaborado con sentido desaprobatorio, no hacia su persona, que, dicho sea de paso, me merece todos los respetos, sino hacia ciertos comportamientos suyos como profesional del periodismo radiofónico. Pero, he aquí, que algún termocéfalo, o con bilis tendenciosa, deduce de la guasa y burla expresas, que yo realmente me mofo del atentado contra el señor Losantos, y que, incluso, ¡le amenazo! Pero, señor mío, si es todo lo contrario. ¿Es, acaso, mentira, injuria o calumnia decir que sufrió un atentado que yo detesto como cualquier otro atentado terrorista? ¿Es, acaso, mentira, injuria o calumnia que por ello tenga un problema de movilidad? En cuanto a: «Y si picas sin parar, ese pico, pronto muy romo será», si bien puede tener un sentido equívoco, ¿por qué buscarle únicamente interpretación agresiva, y no como realmente salió de mi mente, esto es, como consejo y recomendación al señor Losantos para que no siga haciendo una crítica edulcorada con odio que, ciertamente le perjudica? Porque, desde mi punto de vista, ese es el problema del señor Losantos, que hace crítica envenenada. Si quieres contar entre sus adeptos, debes odiar también lo que él critica. En otro caso, eres un «maricomplejines», neologismo que le consagra. En cuanto al resto, si el señor Losantos se mofa de aquellos con los que no comparte plato ni tajada, no debe ofenderse contra quienes le aplicamos el mismo tratamiento. ¿O él, en virtud de estar donde está, es el único sujeto con bula o indulgencia para ser mordaz con todo aquel que le venga en gana? Somos libres, somos libres, suena todos los días desde su atalaya como una campana con el badajo desbocado. Pues, seamos libres. Un hombre tan escrupuloso del lenguaje y la gramática, en un país donde, salvo el propi o señor Losantos y pocos más, el resto de los mortales somos víctimas de la Logse antes de tiempo, debería sentirse avergonzado por la jerga con que la mesnada que le jalea y ensalza rebuzna contra todo el que se atreva a hacerle cosquillas en el sobaco o, sin proponérselo, disputarle el trono de la ironía y del sarcasmo. Muchos de estos energúmenos desconocidos me tildan de terrorista, por decir lo que he dicho con la intención que otros desean. Si quieren guiarse únicamente de su propia opinión, lean, simplemente, del Diario de León mis tribunas: «ETA es una cuestión pedagógica» (21/1/2007) y «La violencia que no cesa» (10/9/2007). Y aquellos otros que piensan que detrás de mí está la sombra alargada de ZP, su abuelo, bisabuelo o tatarabuelo, bajo el olmo o el castaño, que se ilustren con: «El archivo expiatorio» (11/1/2005) y «¿Hacemos del 9-M un referéndum? (3/3/2008). Ni me vendo ni me alquilo ni, como en la copla de Molina, me da envidia el dinero. Invito a los señores de «Libertad, Religión digital y tal y tal» que reproduzcan también esas tribunas, no por ansias de notoriedad, que no me asiste ninguna, sino para acabar con los entuertos o malos entendidos. El señor Losantos es una víctima del execrable terrorismo. Mi sincera condolencia ¿Y los que, como quien suscribe, fueron golpeados y vejados durante tres largos días en una comisaría, pos terior encarcelamiento durante meses junto con asesinos, chorizos, débiles mentales y analfabetos, años de prisión atenuada y posterior consejo de guerra en el cuartel del Regimiento Almansa, únicamente por haber estado reunidos en la orilla derecha del río Bernesga (¡no quiero saber qué habría ocurrido si hubiese sido en la orilla izquierda!? ¿No somos también víctimas del terrorismo, en este caso de terrorismo de Estado, sufrido en tiempos de su excelencia superlativa? ¿O es que este accidente histórico no es digno del mismo sustantivo y tan execrable como los demás? Habiendo dado las explicaciones pertinentes, el debate está concluido, al menos para mí. Pero de disculpas, nada, puesto que no tengo que arrepentirme de ninguna culpa. Y para que el señor Losantos vea que también le reconozco como ave de dorado pico, siguiendo sus hertzianas monografías maniqueas y hondas historietas de la madre patria, he aquí como cierre un soneto a su mayor gloria y relamido de sus secuaces y correligionarios, a ver si con ello consigo que muden de criterio sobre mi persona: «En tierras de Aragón, clara mañana, palpó la luz el gallo Federico, y quiso darle Dios tan áureo pico, que no ha rival en lengua castellana. Haciendo alarde de labia soberana, abre las valvas de su acerado hocico y ataca sin piedad, este mañico, a todo bicho que le venga en gana. Sus méritos, sin duda superiores, r ebasan a los muchos que han pasado al Parnaso por grandes voceadores. Si al locuaz, como es justo, se le premia, ning uno como él tan indicado de locutor un puesto en la Academia». Y, amén.

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