Zombis en Ponferrada

EN PONFERRADA no hay socialistas. Se acabaron, fueron exterminados. Borrados del mapa. ¡Plof!, nada. Así, por las buenas, con un simple papel que lo dice: «Di-so-lu-ción». Ni uno. Ni tan si quiera el viejo y noble animal político de cabeza plateada. Celso López Gavela, y tantos otros, no existen. Y lo decidió Dios, que vive en Madrid; y el pagador de su franquicia, que reside en el Bierzo. Le he estado dando vueltas al asunto y no acabo de creérmelo. Entenderlo es otra cosa. Yo no soy ni socialista, ni popular, ni comunista, ni nacionalista, ni nada que se le parezca. Quizá, -por ese gen gallego que llevo dentro-, soy un poco de todo, que ni subo, ni bajo escalera. Pero, que eliminen una agrupación como la de Ponferrada así, «¡plof!», pues como que no me entra en la cabeza. Es como si le da al Papa por disolver la religión en la capital berciana porque van pocos fieles a misa. ¿Disolverán acaso la agrupación socialista de Madrid, donde Gallardón y Esperanza Aguirre se lo comen todo en las urnas? Todos sabemos, -hasta los zombis socialistas que vagan ahora por Ponferrada-, que aquí hay algo más detrás. Pero pasa lo de siempre. En política, como en otros órdenes de la vida, quien da la cara recibe las tortas. Y al final, quienes tocan las teclas del piano son otros. Por eso hay un cartel que pide que no disparen al pianista. Aquí, se acabaron los valientes, la gente con coraje, con ideales, con cierta utopía, los que al pan le llaman pan y al vino no le llaman, ni miembro ni miembra. ¡Qué memez! Pero eso es lo de menos. Somos un pueblo que nos quedamos siempre en la anécdota. Lo que me chincha es que los socialistas y los socialistos quieran borrar su propia memoria histórica. No sus muertos, no me refiero a eso. Sus vivos; que lógicamente han tenido que beber del pasado. Y me rechincha esta anestesia social, esta apatía, ese aceptar el actual afrancesamiento al que se puso fin hace ahora dos siglos. Cierto que el PSOE de Ponferrada, y también de más lugares, necesita a todas luces airear la casa. Pero eso no significa tirar a toda la familia por la ventana, al abuelo con los muebles y al resto de la tropa. ¿Con qué van a regenerar el partido en Ponferrada?, ¿Irán por las casas como cuando se vendían enciclopedias? ¿Mirarán a la limpieza de sangre?, ¿Recelarán de los que hayan estrechado alguna vez, -por ejemplo-, la mano de Conrado Alonso Buitrón? ¡Qué pena de pensadores de la regeneración de la nada! Cierto que Saavedra hace una pésima oposición política, y que como diría González, con la acritud de la confrontación no se va a ningún lado (que se lo digan a Rajoy, que acaba de descubrir la izquierda de la derecha). Pero, de ahí a llegar a la limpieza étnica, eso son palabras mayores. ¿Con qué ánimo acudirán los de Ponferrada a la nueva sede del PSOE para afiliarse de cero? ¿Con el de intentar mangonear el partido?. Quizá, porque la moral está por los suelos. Y así, sin ilusión, las ideas, la frescura, las ganas de cambiar las cosas para mejorarlas, no fluyen. Además, -lo quieran o no los socialistas-, Caín es su hermano. ¿De dónde van a sacar más socialistas de carné en Ponferrada si tienen la marca del zapato en el trasero? Igual me equivoco, pero quiero ver la solución.