Diario de León
Publicado por
AGUSTÍN JIMÉNEZ
León

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UN RATO antes o después de que la boca íntegra de Berlusconi le pusiera perdido de baba el anillo, un papa de Roma elogiaba el compromiso con los valores de Bush. Si mentir, robar, destripar, secuestrar y torturar son criterio de compromiso moral, agradezcamos que haya mentes pervertidas que mantengan vigente el relativismo de los valores. A la misma hora, diversos políticos españoles tenían ocurrencias igual de chistosas. Según Gallardón, el PP no es un partido de derechas, es tan progresista como Fraga Iribarne y tan tolerante como él mismo, que acababa de denunciar a un periodista de su misma cuerda, todo lo desagradable que se quiera pero que, desde la propia emisora del Papa, ejercía su derecho ciudadano a decir tonterías. Por cierto, ¿no habrá que cambiar el título y decir «papo» para ser coherentes con esa ministra que piensa que basta que algo acabe en a para que tenga género femenino? Por eso acaba siempre perdiendo la selección. Si en vez de futbolistas fichara futbolistos... Mientras los políticos y políticas dirimen los asuntos propios de su seso, media Europa ha salido a la calle a protestar de los árbitros y de la subida del coste de la vida. Colectivos con un par exigen que el Estado -que es como se llama el consumidor en los presupuestos generales- les subvencione la subida de carburantes. Deberíamos acceder porque seguro que, cuando las cosas se arreglen, compensarán al consumidor rebajándole los precios. El consumidor, por su parte, también se ha puesto a bramar contra las subidas en las ciudades europeas, que estos días están intransitables en coche y a pie. Protestas que son tan eficaces como lo sería quejarse de un terremoto o del mal tiempo. Los expertos, al menos los favorables al gobierno, reiteran que no pasa nada, que, sin ir más lejos, hace veinte años era preciso trabajar más horas que hoy para llenar el depósito del coche. En sus sillones ingratos, los gobiernos contestan a todos igual: la culpa es de las subprimes y de los jeques petroleros y su función de miembros y miembras no es la de arreglar problemas sino la de buscar palabras para explicarlos. En España, por ejemplo, los comentaristas adversos al gobierno, que tambien los hay, reconocen el caudal de sinónimos de que puede alardear nuestro avezado ministro de economía. Tal vez todo sea cuestión de palabras. En ese sentido son comprensibles el elogio papista al presidente americano, que para colmo es hereje, la defensa del honor palabrero del alcalde de Madrid, las alegaciones de los transportistas en defensa del bien común y la atinada aportación de la ministra susodicha que, con ardor e ignorancia, ha puesto el dedo en la llaga. El machista de Atila, cuyo nombre acaba en a, nos coja confesados.

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