Diario de León

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Y AHORA, ¿QUÉ? Cerrados los procesos de reflexión interna de los principales partidos políticos españoles, ¿en qué van a notar los ciudadanos los avances proclamados en los congresos del PP y del PSOE? A punto de concluir triunfalmente (para Zapatero) el congreso federal socialista, cabe preguntarse qué viene a continuación. T engo la impresión de que lo único verdaderamente importante que nos resta en este mes de julio, antes de que Zapatero marche a Doñana y Rajoy a Galicia, es el prometido encuentro entre ambos. Reelegidos los dos al frente de sus respectivos partidos, sin hipotecas por ninguna de las dos partes, con las próximas elecciones todavía a muchos m eses vista, el presidente del gobierno y el líder de la oposición pueden cerrar sin dificultades algunos de los pactos que, me parece, les demanda la sociedad. Porque los congresos partidarios pueden ser vistosos, incluso engañosos en sus fuegos de artificio, pero lo verdaderamente importante se sitúa en las afueras de esos cónclaves. Y ahora la atención se centra en el Palacio de La Moncloa, donde José Luis Rodríguez Zapatero, indiscutido en su partido, y Mariano Rajoy, ya bastante poco contestado en el suyo, van a tener la oportunidad de repasar todos esos temas por los cuales sus respectivos congresos han pasado como de puntillas: ahí está la crisis económica, que pienso que es plenamente susceptible de un acuerdo marco entre las fuerzas políticas; o la reforma de la justicia, que se va a anunciar, espero, con carácter inmediato; o la política exterior, la inmigración, el desafío soberanista de Ibarretxe, el Estatut catalán ante el veredicto del Tribunal Constitucional. Zapatero y Rajoy han triunfado entre los suyos. Ahora les queda nada menos que no defraudar. Siempre creí que los dos estaban condenados a entenderse, y no creo que me tomen por un cínico si digo que las propuestas que he escuchado y leído en las ponencias de los cónclaves popular y socialista puede que sean complementarias, pero en muy escasas ocasiones son antagónicas. Los márgenes diferenciadores de la izquierda y la derecha se reducen. De acuerdo, al PP le gusta menos hablar de ampliación de los supuestos de aborto o de eutanasia, pero no acabo de ver por qué esas lógicas discrepancias deberían obstaculizar un clima de acuerdos en asuntos fundamentales para la marcha del Estado.

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