Diario de León

TRIBUNA

A Paco, el alcalde, por León

Publicado por
MANUEL ALONSO PÉREZ
León

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¿HOLA PACO!, aunque para mi familia, que te vio nacer, fuiste de niño «Francisquín». Vivíamos en una comunidad de vecinos donde todos nos conocíamos y nos llevábamos bien y había suficiente confianza para ir a pedir a cualquiera de ellos un poco de sal, pimentón o azúcar, si se nos acababa a deshora. Eso sí al día siguiente se devolvía honradamente lo prestado, pues aunque en aquellos tiempos no pronunciábamos la palabra «crisis», lo cierto es que la había, pero la escasez de recursos era compartida por todos. En aquellos años yo estaba de reposo en la cama recuperándome de un mal de Pott, tuve que ser intervenido tres veces quirúrgicamente por lo que me pasé la niñez y adolescencia postrado en un lecho de tabla dura y siempre con la postura boca abajo. Sólo el cariño y paciencia de mis padres y hermanos me diferenciaba de estar secuestrado en un zulo de ETA. Recuerdo que tu padre, el señor Mariano, me dejó prestado el primer transistor que yo veía. Era una novedad entonces, y me ayudó mucho a sobrellevar el aburrimiento. Aún conservo una foto mía en la cama con la radio en la mano, como si fuera un gran trofeo, si bien hoy sería una antigualla, antes fue un capricho que todos no podían tener, el caso es que crecimos en una comunidad de vecinos que no era la del «señor Cuesta» ni la del «Aquí no hay quien viva», pero había situaciones similares, siempre vividas modestamente, aunque con cierta comprensión y alegría. Pero eso pasó hace algo más de 50 años. Yo sané de esa enfermedad, hice magisterio y lo ejercí hasta mi jubilación. Me casé y creé mi propia familia. Tú algo más tarde, creaste también la tuya. Conservas vivo aún a tu padre, gran persona, (y no porque me dejase el transistor). Los dos hemos perdido, no hace mucho, a nuestras madres y me consta que tú querías a la mía tanto como yo a la tuya. Me he dedicado profesionalmente a la enseñanza, gustándome mucho educar a los niños lo mejor posible, tú, eres economista y te gusta ejercer la política. Actualmente eres el alcalde de León por segunda vez elegido y quizá te preguntes: ¿Dónde va a parar Manolo?, ¿a qué viene esta narración de nuestras vidas?¿ seguro que me pide algún favor¿ Pues te lo voy a decir, ahora jubilado desde hace tiempo. Pienso que la educación de los niños tienen que ejercerla las generaciones actuales, pero sí me gustaría intervenir un poco en la educación y atención ciudadana de algunos adultos que lo necesitan. Como yo no soy alcalde, ni pretendo serlo a estas alturas de la vida, no puedo erradicar algunas escenas callejeras que me están royendo las entrañas. Estamos en pleno verano. Ya funciona el tren turístico. Ya las terrazas inundan la calle Ancha y el Burgo Nuevo. Ya acuden a ver la Catedral, San Isidoro y San Marcos turistas y peregrinos. También la Casa de Botines, el Palacio de los Guzmanes y la plaza del Grano¿ Pero no les gusta ver a una serie de personas infelices que se encuentran en el camino. Que conste que esas personas me producen tristeza, compasión y dolor cada vez que las veo y que no pretendo que se las destierre, ni se les haga ningún daño. Al contrario quiero que se les haga vivir de manera más digna. Es lamentable ver a diario a un anciano tirado en la plaza de San Marcelo con unos andrajos duros y rotos y que no se ha debido de lavar desde que lo bañó al nacer la comadrona. Un hombre joven alto y rubio y que hubiera sido un guapo mozo, aparece tirado por las inmediaciones de la Catedral esnifando sin descanso disolventes que introduce en una bolsa de plástico y que lo están matando poco a poco. Alrededor del Obispado hay una camarilla de hombres y mujeres que piden con «gracias» descaradas monedas para comprar cartones de vino que consumen sin parar. En la plaza de Santo Domingo se sienta en el suelo un señor que se sube las perneras del pantalón para mostrar unos defectos de la piel, muy desagradables, pero que no le impiden, cuando reúne la cantidad de monedas apetecible, levantarse con agilidad, fumar como un carretero y gastarse tranquilamente lo recaudado. Etcétera, etcétera. Siempre ha habido mendicidad, pero hay formas elegantes de pedir. El que se disfraza de «mimo», imitando una estatua, el que toca mejor o peor un instrumento musical, pero limpios y aseados, estos personajes nos resultan simpáticos y a veces nos entretienen con sus habilidades, mas ¿qué hacemos con los anteriores? Pues mira Paco¿ si yo fuera alcalde, además de preocuparme del Inteco, del soterramiento de la Feve, de poner tranvías en el ciudad, de no poner luces en las fiestas o de asistir «por tradición» no por devoción a la misa rezada del día de San Juan, procuraría crear una institución que independientemente de Cáritas y Cruz Roja fuese municipal, en un edificio moderno propiedad del Ayuntamiento y regida por profesionales contratados por el mismo, que serían psicólogos, psiquiatras, asistentes sociales, médicos, enfermeras y voluntariado adecuado. No sería muy costoso al Ayuntamiento¿ sólo habría que reducir algo a la Policía de Barrio¿ (que no sé por qué barrio actúan) y algunos de los que están, pero que no deberían estar. Y no haría falta tener que embargar nuestras cuentas bancarias, algunas por multas injustas. Seguro que los turistas que nos visitan, se llevarían mejor impresión de León. Y lo que es más importante¿ ayudaríamos a algunas personas a vivir más dignamente y haciéndolas participar de la vida social.

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