CRÓNICA SEMANAL
El PP a punto de adelantar al PSOE
LOS QUE han podido conversar en los últimos días con Dolores Cospedal, flamante secretaria general popular, coinciden en que luce sonrisa de oreja a oreja. Los datos del CIS han explicado la razón. El empate entre socialistas y populares advierte de que unos suben y otros bajan. El partido de Rajoy está a punto de superar en las encuestas al PSOE y con lo que queda de crisis por delante confían en que no terminará el año sin que el «sorpaso», el adelanto, se produzca. Las cosas andan mal y las agrava la inexperiencia en la gestión de la crisis. El poder en España, salvo excepciones como la de Pedro Solbes, lo detenta una generación que no vivió en ese puesto de responsabilidad las angustias de principios de los noventa. En la política, en la empresa y en la banca. Eso complica las cosas. Los jóvenes ejecutivos que se sitúan ahora en la cuarentena salían de la universidad justo en aquel momento y no saben de problemas, de caídas de ventas, ni de morosidad. Para cualquier entidad bancaria sus ejecutivos llevan doce años, o más, sin pisar la calle porque los clientes entraban solos. Ahora solo cruzan la puerta de la entidad para pedir dinero y la respuesta es, salvo excepciones, que no. Con razón o sin ella. Los empleados con cargo solo ven números y no saben de «olfato» de negocios: no distinguen al que es capaz de salir adelante. Al principio de los noventa la crisis era de tal intensidad que Mario Conde, entonces presidente de Banesto, la explicaba así: «Ya no nos piden dinero ni siquiera aquellos que sabemos que no nos van a pagar». Ahora se vive una situación de gravedad creciente porque la crisis se realimenta. Hay empresas que cierran por tensiones de tesorería perfectamente resolubles con un poco de colaboración en las entidades bancarias. La rigidez es máxima y quiebran más de los que, objetivamente, están condenados a ello. «Que no me pidan más dinero; solo quiero gente que traiga pasta», bramaba el delegado de zona de una entidad bancaria el otro día en Madrid ante la consulta de una directora de oficina a la que se solicitaba un crédito. Algunos directivos bancarios echan la culpa al Banco de España por su ortodoxia. José Luis Pego, director general de Caixanova no comparte esa acusación y lo explica de otro modo: «El relevo generacional y las prejubilaciones quitaron de en medio, especialmente en el sector bancario, a aquellas gentes que vivieron la morosidad de principio de los noventa y que ahora aportarían el factor experiencia para afrontar estas dificultades». A esa experiencia, pero en el terreno de la política, recurre la vicesecretaria general del PP, Ana Mato, para captar votos: «Los socialistas son expertos en crear crisis económica y nosotros en resolverlas. Piensen en los años 90 cuando España estaba muy mal y el Gobierno de Aznar-Rato- Rajoy sacó el país del atolladero». Es la imagen comparativa que presidirá la campaña popular en los próximos años. La crisis va a favor de los populares aunque el calendario electoral va en contra. Primero el País Vasco, o Galicia si Touriño hace caso a Pepe Blanco y a varios conselleiros que le recomiendan adelantar los comicios al otoño porque en Marzo del 2009, que es cuando tocan, la cosa puede estar bastante peor que ahora. No hay decisión por el momento. Presumiblemente ni en Galicia ni en el País Vasco, los resultados deberían ser favorables al PP. Pero atención porque ahí el efecto «sorpaso», adelantamiento, puede tener influencia. Una cosa son los datos de hace unos meses, otros los de ahora mismo y otros bien distintos los del próximo otoño o la primavera entrante. El análisis detallado de la encuesta del CIS que acaba de conocerse habla de una pérdida de confianza progresiva en la gestión de Zapatero para afrontar la crisis. Demasiado tiempo en admitirla y excesivo empecinamiento en buscar eufemismos para denominar algo que todo el mundo tenía claro. Con todo, el estado mayor socialista tiene confianza en que unos buenos resultados en el País Vasco, donde no descartan gobernar, y una reedición del bipartito con el BNG en Galicia, cambien la imagen de un PP ascendente. Diga lo que diga el CIS. La fe, ya ven, mueve encuestas.