Diario de León
Publicado por
MIGUEL PAZ CABANAS
León

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HABLAMOS de risas hieráticas, congeladas, de esas que te hacen rechinar los dientes después de abrir los ojos sorprendidos. La mueca se va generando ante la tele, cuando aparece el líder de la oposición sembrando más desasosiego sobre el panorama económico, pero sin aportar soluciones; cuando le replican agriamente su postura desde el Gobierno sin aclarar tampoco qué piensan hacer; y por último, en el mismo telediario, cuando se recomienda a los parados españoles que se matriculen en cursos de mecánica o cuiden ovejas, oficios con contrastada inserción laboral. Lo dicho: da risa, de no ser porque la impresión subterránea es que aquí ni cristo sabe qué va a ocurrir, cuándo tomará otro rumbo (el cariz del mismo también es una incógnita) y quiénes son los verdaderos culpables del colapso financiero que estremece el espinazo de medio planeta. Respecto a esto último, los culpables del desaguisado, algunos francotiradores se han molestado en describirlos en la prensa española de forma nítida y contundente: la espoleta no ha sido, como habitualmente se deja caer, la subida salarial de los trabajadores y sus repercusiones inflacionistas, sino los sueldazos y la codicia de élites empresariales a las que se les ha dejado chapotear en el limo a su antojo. Como lúcidamente ha escrito José Vidal-Beneyto en El País, hablamos de «los bomberos que no pueden superar su adicción al fuego y se pasan la vida provocando incendios, con la esperanza de poder apagarlos luego; los financieros del neoliberalismo, legitimados por una ideología que ha estragado los principios que la inspiraron, no pueden resistir a su incontrolable codicia, convertida en pasión y cargan tanto el barco con sus botines que acaban hundiéndolo siempre». Conviene recordarlo, conviene que no olvidemos, cuando este huracán de miserias humanas haya pasado, quiénes empezaron esto y bajo qué gobiernos. Y también qué se hizo durante el naufragio. Porque lo que podemos dar por seguro es que, tarde o temprano, volverán a las andadas.

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