Diario de León
Publicado por
MIGUEL Á. VARELA
León

Creado:

Actualizado:

DESCUBRO, como ha escrito estos días Carlos Boyero, que mi militancia en el escepticismo es tremendamente frágil. Veo lágrimas en los ojos del activista de los derechos civiles Jesse Jackson, que intentó sin éxito en dos ocasiones el milagro conseguido ahora por Barack Obama, y me conmuevo ante la materialización del sueño de una raza sobre cuya piel se han escrito algunas de las páginas más oscuras de la humanidad en los últimos cuatro siglos, de un pueblo que antes de ayer convertía el derecho a sentarse en un autobús, el derecho a la dignidad, en causa de trascendencia universal. Sigo el espectáculo de las elecciones presidenciales norteamericanas, cuyo guión, aparato de producción y triquiñuela operativa debiera escandalizar a un país democrático, y me quedo, ingenuo de mi, en el símbolo de este mestizo inteligente y fotogénico que va a tomar las riendas de un imperio que se desmorona a más velocidad de la prevista, a sustituir a uno de los políticos más nefastos de unos últimos cien años abundantes en ejemplos de políticos nefastos y a asumir el poder de un mundo mentiroso, incierto y miedoso. Mi debilidad en el escepticismo militante no llega (espero) al extremo de buscar paralelismos imposibles entre demócratas y republicanos norteamericanos y partidos políticos españoles, un bonito juego dialéctico que se ha puesto de moda en los salones cortesanos del país. El momento de emoción no me llevará a creer en transformaciones milagrosas de una sociedad compleja, donde conviven con asombrosa naturalidad los planteamientos más avanzados con el reaccionarismo más zopenco. No. Sencillamente por mi brecha mental ha entrado una corriente fresca en forma de símbolo que contribuye a suavizar el abotargamiento patológico de esta cosa que hemos convenido en llamar civilización occidental.

tracking