Diario de León
Publicado por
Andrés Aberasturi
León

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NO DESCUBRO nada nuevo, pero hay tiempos en los que resulta más evidente que el mundo organizado, sus instituciones internacionales, todos los foros, uniones, parlamentos etc. no son sino la puesta en escena de una formidable injusticia que se mantiene, gracias a las trampas aceptadas, con una pátina hipócrita de sutil legalidad. Se está viendo ahora en la respuesta israelí a las provocaciones de Hamás, pero lo cierto es que nunca ha dejado de estar presente desde la Segunda Guerra Mundial. Entonces, cuando los bloques, el llamado mundo occidental, libre y democrático, no levantó un dedo para frenar el terrorífico avance de los carros de combate rusos en Hungría y más tarde en la primavera de Praga. Nadie hizo nada por frenar la Guerra de los Seis Días cuando Israel decidió unilateralmente ampliar sus fronteras por la fuerza. Sólo durante «la crisis de los misiles» en Cuba se debió descolgar el teléfono rojo y es posible que el mundo entonces estuviera cerca de un nuevo conflicto global. Pero Rusia reculó a tiempo y todos nos salvamos del desastre.

Cuando los Balcanes, pareció que se había entrado en una nueva concepción del Derecho Internacional donde el principio, hasta entonces sagrado de soberanía, cedía ante el clamor internacional; y así fue, pero sólo en ciertos casos, sólo cuando los mas poderosos se ponen de acuerdo en esa intervención y siempre por extraños intereses. Esa nueva interpretación del Derecho Internacional legitimó, por ejemplo, la primera guerra del Golfo, no así la segunda, pero sí la de Afganistán. El lenguaje sirve para muchas cosas, incluso para bautizar como «misión de paz» lo que es un guerra o consentir vergüenzas tan infames como lo de Guantánamo sin que la ONU, la todopoderosa y secuestrada ONU, pueda hacer nada para evitar un atropello tan evidente y total a la mismísima Declaración de los Derecho Humanos. A nadie pues le puede extrañar

que, una vez más, EEUU utilice su derecho (?) a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU y evite la condena de la actuación de las tropas de Israel en Gaza. Es lo que ha venido haciendo desde años. Es lícito que ante la historia misma de las Naciones Unidas, uno se pregunte para qué sirve semejante organización y hasta que punto se ha utilizado para legitimar o silenciar acciones claramente injustas. Pero también es verdad que si hay que elegir, mejor que exista y si no existiera, lo mejor sería inventarla. Pero admitida esta premisa, que nos dejen al menos lamentarnos de su funcionamiento, de su injusticia, de su inutilidad cuando uno de los poderosos con derecho (¿) a veto se implicado directa o indirectamente en el asunto. Israel hará lo que quiera y hasta cuándo y dónde quiera y Hamás seguirá practicando el extremismo y/o terrorismo digan lo que digan los europeos, la ONU y hasta Sarko, que, una vez más, va

por libre.

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