Diario de León

TRIBUNA | josé agustín gonzález (johnny)

¡Vivan las cadenas!

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HAN PASADO ya las conmemoraciones de las guerras Napoleónicas y entre tanto héroe individual y colectivo, uno que es un afrancesado, vislumbra entre otras cosas: el primer golpe de estado que se dio en España, encabezado por el siniestro Fernando VII contra su padre Carlos IV, alineándose con la nobleza más reaccionaria y que conocemos por el eufemismo de Motín de Aranjuez; la rapiña y violencia de las tropas inglesas sobre nuestras gentes que, difícil era distinguir entre aliados y enemigos; y la recepción que en su vuelta a España, el pueblo más vulgar, ignorante y zafio tributó a Fernando VII al grito de ¡Vivan las cadenas!.

Don Avelino Vázquez es elegido alcalde de San Justo de la Vega (2.500 habitantes) en 1.995 ganándonos en las elecciones municipales de mayo por 22 votos, creo recordar, y los resultados de la mesa electoral de Nistal de la Vega fueron decisivos. Pero en aquellas fechas, quizás como castigo, una sequía (pertinaz) devastó la zona de modo que el Gobierno estableció una serie de ayudas para paliar las pérdidas en el ámbito rural, ayudas que el alcalde no solicitó para el Municipio de San Justo de la Vega, originando unas pérdidas que entonces se calcularon en 30 millones de pesetas en concepto de subvenciones a la Seguridad social Agraria, ayudas a los seguros agrarios, descuentos en las compras de forraje a los ganaderos, etc-¦ De esta suerte, cuatro años más tarde y 30 millones menos (elecciones de 2.001), perdemos por más de 500 votos.

En esta ocasión el péndulo climático se volcó en el otro extremo anegando nuestros campos de forma prolongada, de modo que el Gobierno (esta vez de Aznar) promulgó un decreto en el que consideraba a las regiones de Galicia, Castilla y León y Asturias como especialmente perjudicadas y establecía fórmulas para acogerse a las ayudas. Es sabido que con la pereza habitual, el alcalde olvidó solicitar para el Ayuntamiento la consideración de Municipio perjudicado, de manera que los agricultores del Ayuntamiento perdieron otros 30 millones de pesetas. Con estos nuevos datos, nosotros, el grupo socialista, nos echamos a temblar con la sola idea de que hubiese elecciones. Pero no fue necesario tanto.

Eran los años en que se buscaba en la provincia y desde la Diputación, un emplazamiento para el Centro de Tratamiento de Residuos Sólidos Urbanos (CTR) y luego de desechar varias ubicaciones, un grupo de propietarios de San Román de la Vega hizo una oferta de terrenos en un paraje que podría cumplir los requisitos que exigía la legislación para este tipo de actividad. En el Ayuntamiento, tras varias aproximaciones indirectas, concluimos una reunión para acordar mantener una entrevista con el presidente de la Diputación y apoyar la propuesta de ubicación del CTR con las siguientes condiciones:

- Método de reciclaje frente a incineración.

- Estudio geológico de detalle que determinase la profundidad de la capa freática.

- Inversión anual en el Municipio de una cantidad igual a la mitad del presupuesto del Ayuntamiento, que entonces era de 70 millones de pesetas.

- El 50 % de los puestos de trabajo serían reservados para residentes del Municipio, siempre que cumplieran los requisitos legales de selección.

- Construcción de una residencia para personas mayores de titularidad municipal.

Y alguna otra cosa de menor entidad, propuestas que el presidente consideró aceptables, aunque con muchas reservas en el apartado de la Residencia de Tercera Edad.

Entre tanto los supuestos damnificados, crearon la asociación Órbigo Tuerto, opositora a la construcción del CTR y algunos de sus miembros (incontrolados, por supuesto) iniciaron una campaña de amenazas contra mí: escenificación del corte de cabeza por un grupo de mozalbetes acodados en el mostrador de la cafetería, pintadas, llamadas telefónicas, etcétera-¦ Sin embargo, Don Avelino Vázquez evitó esta zozobra y una posible pérdida de la alcaldía llegando a un acuerdo con la asociación Órbigo Tuerto, en que se comprometía a celebrar un «referéndum» y arbitrar fórmulas de financiación de la propia asociación. Es decir, que cuando más tarde, grupos de incontrolados (por supuesto) asaltaron mi casa en dos domingos casi sucesivos, lo hicieron subvencionados con dinero público. La asociación cobraba subvenciones del Ayuntamiento.

De todos modos, esto que en realidad era un acto de cobardía, convirtió a Don Avelino Vázquez en «el alcalde valiente» de la mano del locutor de Radio Popular de Astorga, señor Carmelo, que lanzaba soflamas a diario en contra del CTR y nos explicaba con todo lujo de detalles, cómo descendían las ratas desde el «basurero» a la toma de Astorga, al tiempo que jaleaba al señor Vázquez por la valentía que supuso convocar un referéndum. (Que no se me olvide decir, que su mujer, del señor Carmelo, fue una de las que primero entró a trabajar en el «basurero»).

Además parece lógico que el Ayuntamiento debería haber encargado estudios geológicos, ecológicos o de impacto ambiental que desaconsejaran la construcción del CTR en el paraje escogido. En su lugar, se gastaron 20 millones de pesetas en abogados que, mediante triquiñuelas legales, intentaban dilatar en el tiempo la puesta en marcha del CTR, en tanto se calmaban los ánimos de sus asociados.

Ordalía de incurias y despilfarro. No es necesario contaros cómo nos fueron las elecciones siguientes.

Pero el señor Vázquez siempre dispara en altura y con la indolencia que le caracteriza incumplió el artículo 25 de la Ley Reguladora de las Bases de Régimen Local y el artículo 42 de la Ley de Sanidad: «el Municipio ejercerá en todo caso competencias en materia de control sanitario del abastecimiento de aguas-¦», de modo que los habitantes de la localidad de Nistal de la Vega han estado a punto de envenenarse, dada la concentración de arsénico en el agua del abastecimiento.

De cualquier manera no se preocupen, que los de Nistal, como si en realidad hubieran bebido agua del Leteo, se han apresurado a realizar unas pintadas al más puro estilo maoísta del siguiente tenor: «El alcalde no tiene la culpa del arsénico, la culpa es de Zapatero» (aunque yo creo más bien que la culpa es de Obama), «Alcalde, contigo hasta el cielo», deseo que no estuvo muy lejos de cumplirse, aunque sin la compañía del alcalde.

Alguien comentó, de momento el cielo no, queda en el limbo.

¡Y vivan las cadenas!

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