EN EL FILO | ANTONIO CASADO
El PP no baja de la picota
LA CUMBRE de dirigentes del PP (Junta Directiva), con la significativa ausencia del valenciano Francisco Camps, fue una nueva ocasión de forzar la unidad aparente del partido en torno a Rajoy. Había un motivo feliz bien descrito por el líder: «Hemos recuperado Galicia, somos decisivos en el País Vasco y condicionaremos la gobernabilidad del Estado». Correcto. Pero también está la cara B del disco. La sombra de la corrupción pública planea sobre el PP. Precisemos. No sobre todo su tejido organizativo, salvo que Rajoy la haga extensiva a todo el partido. Y lo logrará si no se distancia de los dos escándalos que afectan a dirigentes regionales o cargos públicos muy concretos (espionaje en Madrid, caso Correa en Madrid y Valencia). No parece que la dirección nacional haya optado por distanciarse, después de escuchar al jefe este lunes, ante la primera Junta Directiva celebrada tras las elecciones vascas y gallegas del 1 de marzo. Del discurso llama la atención la persistencia en la caza decretada por el PP contra el juez Garzón, a pesar de que, hasta ahora, ni el fiscal, ni el CGPJ , ni el Supremo han dado la razón en sus diferentes alegatos: inquina, prevaricación, inhibición, freno a la investigación, filtraciones del sumario, etc. Pero el PP insiste. Ahora Trillo vuelve a la carga por supuestas violaciones del secreto sumarial y por utilizar a un sastre indiscreto para desprestigiar al PP.
Eso sí, en la misma tacada se pide con mucha seriedad la presunción de inocencia para Camps y otros. «Son inocentes mientras no se demuestre lo contrario», dicen Rajoy, Trillo, Aguirre y otros a caro. Hombre, no estaría mal que se aplicase el mismo principio, al menos en su espíritu, al titular del Juzgado número 5 de la Audiencia Nacional, al que ya se ha acusado de todo. Por supuesto, también de prevaricador, lo más grave que se puede decir de un juez, sobre todo sin haber esperado a que el Tribunal Supremo lo demostrase.
Y entre col y col, una perla de Basagoiti. El líder del PP vasco, tan digno de aplauso por muchas razones, ha tenido una osada ocurrencia verbal al referirse a sus negociaciones con los socialistas para llevar a Patxi López a la lendakaritza. Dice que él no quiere «audis», en alusión al polémico coche oficial del aún presidente de la Xunta, el socialista Pérez Touriño. Se lo ha puesto a huevo a sus adversarios, que son los mismos adversarios de Rajoy, Camps y Aguirre. Tal vez alguien le replicará que si hablamos de «audis» también podemos hablar de «jaguares», de «trajes a medida» y otros «pagos en especies».