Diario de León

EL AULLIDO | LUIS ARTIGUE

Sylvia Plath

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LUIS ARTIGUE
León

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VA por la tercera edición y no me extraña pues la publicación en castellano de la Poesía Completa de Sylvia Plath (Bartleby Editores) es el acontecimiento editorial del año. Hay libros que contienen a la vez una fuente de conocimiento y un depurativo proceso de identificación o rechazo absoluto y éste es uno de ellos. Así existen al menos dos lecturas habituales para la poesía completa de Sylvia Plath, todas interesantes. Una es la biogáfico-psicoanalítica, la cual rastrea en cada verso la conflictiva relación con su padre, su feminidad lastrada por las carencias afectivas, los desequilibrios mentales, un aborto traumático y su tormentosa relación con el poeta Ted Hughes -el marido infiel que, así, podríamos verlo como al padre reduplicado-. Otra lectura frecuente es la que, amparándose en los preceptos teóricos del confesionalismo -movimiento lírico-estético promovido en lengua inglesa por el poeta Robert Lowel, el cual fue seguido de cerca por la imprescindible Anne Sexton-, se fija en el grado de verdad y el de ficción que hay en los versos de esta autora de singular talento. Leyendo así acabaríamos concluyendo que la poesía de Plath -como la de Anne Sexton, de la que acaban de aparecer, publicados por la Editorial Linteo, sus Poemas de Amor hermosamente traducidos por Ben Clark- es un acto de desnudez extrema.

Pero, ya que hoy estamos tan constreñidos por la lógica, la matemática y el orden, no esta mal que de vez en cuando quienes nos guíen sean los locos, los cuerdos de otra manera. Y teniendo en cuenta que Sylvia Plath era una mujer bipolar en tiempos en los que esta afección psíquica apenas tenía tratamiento, que padecía insomnio hasta el punto de ser inmune a las píldoras, que presentaba acusadas tendencias suicidas aunadas con una aguzada inteligencia, una finura psicológica y una imaginación metafórica tan virtuosas que quizá sólo estén al alcance de los «locos», bien vale ante este libro la cita de Erasmo de Rótterdam en el Elogio de la locura: «Ojalá tuviera yo la llave de la fantasía de un solo loco, para hacerme así sabio». La poesía de Sylvia Plath, digámoslo así, mal, es la llave de la fantasía arquetípica y poderosa de una mente delirante de la que se pueden aprender muchas cosas-¦ Aunque, muy por encima de lo que podamos aprender, está lo que logremos sentir.

En este sentido la edición publicada por Bartleby coloca los poemas de forma cronológica, y creemos que eso es un rotundo acierto, pues así vemos como la poesía de esta autora, aunque densa y críptica por momentos, es su biografía y su locura, trágicamente atemperadas. Además así asistimos a la evolución de la conciencia de esta autora, vemos su riqueza de matices emocionales, el rigor verbal que no decae, su imaginación tan fértil para el arte de la metáfora, la obsesión por rescribir y reinventar los modelos arquetípicos -a Freud le encantaría este libro, y seguramente también a André Breton- y advertimos también como Plath, demostrando un insólito miedo a la verdad, va logrando un estilo cada vez más interior, el cual acaba incorporando una ironía que ciertamente nos deja con el corazón helado, por decirlo con Almudena Grandes. Podría terminar diciendo que lo que más impacta de Sylvia Plath es su capacidad para producir sensaciones, las cuales pueden llegar dentro del lector a convertirse casi en algo físico. Así el poema titulado El ahorcado : «Asiéndome del cabello, un dios se adueñó de mí./ Sus descargas azules me achicharraron como a un profeta del desierto.// Las noches se volvieron invisibles, como el tercer párpado de un lagarto, / un mundo de días blancos y escuetos en una cuenca sin sombra.// Un hastío rapaz me ató a este árbol./ Si ese dios fuera yo haría lo que hice».

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