Han vuelto

EN JULIO del pasado año escribía en esta misma columna denunciando que la construcción de un edificio en la calle Carreras, en su confluencia con la de los Cubos, iba a perpetuar que la estrechísima acera que allí había se mantuviera por los siglos de los siglos.

Parece que la obra se paralizó algún tiempo, pero han vuelto y la estrecha casa sigue creciendo en altura y nadie pone remedio a una calle que debería tener sus edificios alineados y por ello en los años sesenta, cuando se construyó la casa de al lado de la que nos ocupa, se obligó a retrasar la fachada para dejar una acera más ancha. Cuarenta años después se permite una acera de menos de medio metro de anchura, en un sitio de mucho tráfico y con una acera casi lineal al otro lado de la calzada. No me vale que se alegue que esas calles serán peatonales cuando se tire la manzana de Alfonso el Justiciero para hacer un tramo de la ronda interior, porque a lo mejor antes crían pelo las ranas, pues lo de la famosa ronda ya se comentaba cuando yo jugaba por aquellas calles, años ha, y eso junto a la eliminación del paso a nivel del Crucero han sido los culebrones o monstruos del lago Ness de la historia de la prensa local.

Ese edificio debe paralizarse para que no continúe y se acabe, porque tiene que cumplir la alineación. Y aunque tarde años en derribarse, al menos un trozo, no debe olvidarse el precedente que supuso el derribo del edificio anexo a la iglesia de San Pedro, que también se levantó por aquello de que es más difícil decidir que se destruya lo construido, pero la política de hechos consumados no debe servir para que se autorice algo que no es legal hoy, aunque pueda serlo dentro de unos años. Esa será otra.