El tamaño del túnel

LA MEJOR manera descubierta para llevarse bien es posar juntos. En las fotografías todos los políticos parecen ser felices, lo que justifica el extendido equívoco: los viejos álbumes se confunden con las estancias imaginarias en el paraíso donde jamás estuvieron. No importa que el tiempo amarillee en las fotos. Hasta los difuntos tienen buena cara. Ahora los políticos, incluso los más revoltosos y eventuales, comparecen sonrientes en las páginas de los periódicos. Ofrecen la apreciable ventaja de estar callados. «¿Qué no habremos hecho por esta patria?, algunos de nosotros hemos muerto, otros hemos pronunciado discursos».

Nos espera una tabarra importante con esto de las elecciones europeas. Para hacer más amena la espera, el Gobierno ha abierto la veda de las fusiones entre bancos y cajas. Está claro que para salir de la crisis es preciso reestructurar el sistema financiero, pero lo que no está claro es que él se deje. También hay quien desea adquirir una gran cultura en quince días y ella se le resiste. En ese trance se ven algunos concejales de Cultura de nuestros pueblos, que en vísperas de ser elegidos confundían Shakespeare con una acreditada marca de camiones. De momento estamos debatiendo la duración de la crisis y empleamos en eso más energías que en combatirla. La vicepresidenta económica Elena Salgado, que es una señora agradable, rubia como un tesoro, ve la luz al final del túnel, pero reconoce que el camino de la recuperación será largo aún. ¿Cuándo se acabará la travesía por la sombra? La caída del PIB del 3% puede exigirnos una larga convalecencia. Nadie puede echar carreras nada más abandonar el catre. Una mínima lealtad con los ciudadanos sería anunciarles hasta cuándo va a durar el túnel. El tamaño sí importa.