La fiesta de mi pueblo
Aquí te espero CAMINO GalLEGO
Hoy es San Juan, así que si usted es de León capital está de enhorabuena, porque es la fiesta de su pueblo, como me gusta decir a mí. Recuerdo este día en mi infancia, cuando las fiestas se celebraban como algo especial, días muy distintos a los otros, que se esperaban con ilusión. Por eso tal vez cuando querías algo que no era fácil de lograr te decían que lo tendrías -œcuando San Juan baje el dedo-. Se suponía que eso ocurría el día de su festividad, por eso el día de hoy era especial, porque en él podías tener o hacer cosas que no te estaban permitidas el resto del año.
Todo comenzaba con la mágica noche de San Juan. Después de cenar la gente salía a la calle y en algún prado cercano se improvisaba una hoguera, en la que se echaban mil y un cachivaches o telares de los que queríamos desprendernos, que no eran muchos porque entonces no teníamos abundancia de nada. Si no querías quedarte en el barrio podías ir a la plaza de Guzmán, donde se quemaba la Tarasca que había desfilado el año anterior, para que así el día de San Juan se estrenara una nueva.
El día de San Juan los más pequeños hacíamos altares en la calle, con una mesa o banqueta, un mantel, estampas o crucifijos, velas, flores-¦ y después con un platín de taza de café o una bandeja pequeñina nos acercábamos a todos los que pasaban por allí para pedirles -œuna perra pa San Juan- y a su contestación de -œSan Juan no come- respondíamos -œpero gasta pantalones-, mientras la moneda sonaba al estrellarse en el platín. A mediodía recogíamos los bártulos y contábamos lo que habíamos recaudado, Y después de la rica comida familiar, los peques nos escapábamos hasta el carrito de helados más próximo para deleitarnos con uno.