Diario de León
Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Tribuna | María Dolores Rojo López

Todos somos conscientes del beneficio de dormir lo suficiente y de que la cantidad de tiempo que Morfeo nos arrastra hasta las profundidades de su mundo, varía singularmente no sólo en cada época estacional del año, sino en cada etapa evolutiva de nuestra vida o en períodos puntuales de contratiempos y preocupaciones. El momento de dormir es justamente el más delicado del día. En él nos encontramos a solas con nosotros mismos frente a los fantasmas de los problemas que nos acechan en la oscuridad, agrandados y poderosos. Nada parece insignificante entonces y lejos de encontrarnos en el instante más relajado y armónico de nuestra agitada vida, dejamos libre la autovía de nuestra mente para que viajen a velocidad de vértigo, palabras, imágenes, sentencias, recriminaciones, equivocaciones y broncas que debieron quedarse antes de cruzar el umbral del dormitorio. Esperamos la noche con ansiedad para librarnos de las agitaciones y sinsabores de la rutina diaria y nos encontramos, sin embargo, con que todos ellos nos están esperando para abrazarnos en solitario y asfixiarnos con su presencia. El parloteo de nuestra mente es tal que en muchas ocasiones mantenemos con nosotros mismos diálogos estúpidos, circunloquios abigarrados, pláticas desmesuradas y sermones justicieros en los que nos convertimos en juez y parte de las situaciones que posiblemente con el nuevo día, encontremos matices menos amenazadores y más indulgentes. De cualquier forma, cambie o no el sentido de lo que nos preocupa al día siguiente, lo que no puede dudarse es que si continuamos empeñados en rodear una y mil veces callejones que parecen sin salida, acabaremos extenuados comenzando a acarrear un sin fin de males que se deslizan entre el agotamiento físico y mental, hasta la posibilidad de aumentar de peso o lo que es aún peor, el debilitamiento de nuestro sistema inmunitario.

Estudios científicos, sobre la relación entre el sistema inmunológico y el descanso repara dor del sueño, han comparado que los tiempos de sueño inciden en la concentración de leucocitos en sangre y el parasitismo de más de treinta especies de mamíferos (zorros, erizos, focas y elefantes). Tras ello, han afirmado que los animales que más duermen tienen un sistema inmunológico más fuerte y padecen menos enfermedades. Esto se debe a que cuantas más horas se duerme más altas son las concentraciones de leucocitos en sangre, hasta seis veces mayores, y menores los niveles de infección por parásitos. Parece ser que mientras están despiertos, los animales realizan múltiples actividades, como buscar comida, cuidar a sus crías o encontrar compañeros de manada. Cuando duermen, como no realizan este tipo de actividades, asignan sus recursos a las defensas naturales del cuerpo.

Sea del modo que sea, lo que si sabemos por propia experiencia es que cuando logramos dormir bien nos sentimos de una forma muy diferente al día siguiente. Todo en nosotros parece funcionar mejor, desde nuestra fortaleza física hasta nuestro grado de entusiasmo para enfrentar de nuevo los problemas cotidianos. Por ello, en muchas ocasiones recurrimos a fármacos que nos aseguren la entrada en el cálido letargo a costa de lo que sea. Y es que dormir profundamente y de forma continuada se está convirtiendo, en nuestros días, en un lujo al alcance de pocos. Demasiadas controversias en el tiempo de trabajo, innumerables preocupaciones por temas económicos, incalculables desvelos por los hijos o desmotivaciones endógenas que a fuerza de visitarnos se instalan de manera definitiva, son las causas más frecuentes de cerrar los ojos una y otra vez para comprobar que cada vez están más abiertos. Sin embargo, aquellos que están ligados a una pastillita, compañera insustituible a la hora de ir a la cama, en el fondo desean perderla de vista, obviarla en la cajita que espera en el baño o en la mesilla de noche y deshacerse de una vez por todas de la dependencia a la que somete y esclaviza. Carlos Pérez Manso, autor del libro Los alimentos y el sueño nos acerca a uno de los caminos que tal vez debamos comenzar a poner en práctica en combinación con otras técnicas de relajación que nos permitan salir del terrible túnel del insomnio. Según este autor, los cereales, las legumbres (lentejas) o las hortalizas como lechuga, cebolla, berenjena o patata son inductores del sueño. Por otra parte, el lúpulo contribuiría también a acercarnos a él. Afirma que en muchos países europeos se utiliza dentro de una bolsa de tela debajo de la almohada, ya que la inhalación de su componente activo, el metilbutenol, tiene efectos sedantes e induce al sueño. Infusiones como valeriana, pasiflora, tila, melisa, camomila o manzanilla, también facilitan un descanso eficaz. Si a esto añadimos un sencillo ejercicio que hace muchos años nos fue confiado por un antiguo profesor de instituto, tal vez mandemos de vacaciones al insomnio, para siempre. El truco consistía en visualizar un amplio espacio oscuro al que nosotros, convertidos cada noche en pintores ocasionales, comenzaríamos a pintar en blanco lentamente, de forma que todos los espacios y puntos negros quedasen convertidos en inmaculadas zonas llenas de claridad. Rodeados de un tono único, y concentrados en abarcar una pared infinita, tan larga y lejana como resulte nuestro tiempo de relajación, acabaremos saltando al otro lado del sueño sin remedio.

A los beneficios físicos y anímicos de dormir bien se une otro igualmente reconfortante. Según los últimos estudios en materia de nutrición, dormir bien y profundo ayuda a bajar de peso y acelerar el metabolismo. No dormir suficiente engorda por los cambios hormonales que ocurren durante el sueño profundo. Al parecer, a los que participaron en el estudio los despertaban cada vez que su cerebro indicaba que entraban en la fase de sueño profundo. El experimento solo duró tres noches pero fue suficiente para que en lugar de acelerar su metabolismo este se transformara como el de una persona 30 kilos más gorda. Francisco Mora en su libro El científico curioso asegura que comer menos, hacer más ejercicio y memorizar todos los días retrasa el envejecimiento del cerebro. Podríamos añadir que un descanso placentero y reparador contribuye también a vivir mejor esa prolongación de una mente activa a la que todos aspiramos.

tracking