Diario de León

Secularización y sacerdotes santos

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Tribuna | JESÚS LÓPEZ MEDEL

Jurista. Académico

El fenómeno de la secularización -”en España, además de la escuela de la calle, promovida y estimulada desde el poder-”, añadido a los efectos de la globalización, sea o no solidaria, está invadiendo todos los sectores. La corrupción va de izquierda a derecha. Y como la desmoralización y la amnesia de la sociedad es fuerte, no hay reacciones que hagan ventear aires nuevos. Se trate de la «condena» a Franco -”lo comentaremos otro día-”, por los mismos que le deben «casi todo»; se trate del ziz-zagueo que se vislumbra del estatuto de autonomía y el Tribunal Constitucional, ante el cual, su presidenta, en «El Mundo», hace ya meses, hablaba de que no faltaría el «coraje al dictar sentencia», y ahora, en La Razón , nos dice que será una sentencia desde luego tardía y veraniega, que «contentará a todos».

Ese relativismo moral en las conductas públicas y privadas, y aun relativismo jurídico, sin embargo, está encontrando algunas reacciones positivas. Sea e! recuerdo a la conmemoración de la consagración, hace 90 años, al Corazón de Jesús, hecha por el rey Alfonso XIII, en el Cerro de los Ángeles, de Getafe -”en esta ocasión, 2009, ausente los Reyes de España, por un viaje oficial-”, con 20.000 asistentes, muchos obispos y sacerdotes. El mensaje del Cardenal Rouco tenía la estrofa-súplica: Corazón de Jesús, danos sacerdotes santos. Lo que anticipa o ratifica la idea de que, con motivo de los 150 años de la muerte del cura de Ars, el Papa haya declarado Año Sacerdotal al 2009-2010. En vísperas de 2010, con la Jornada Mundial de la Juventud.

Me atrevo a predecir que frente a la secularización en marcha, la óptica de sacerdotes santos, va a ser el lema a prodigar y conquistar: Ha de ser la contestación. Ya ocu rrió en la etapa del cura de Ars. Y, entre nosotros, en la generación sacerdotal del 27, es decir, los que nacieron más o menos con el siglo XX, y hubieron de lanzarse a una evangelización en pueblos pequeños, pobres, con escasa cultura, con las fuerzas ideológicas de las consecuencias del directorio del general Primo de Rivera, la llegada de la Segunda Guerra Mundial -”con el exilio de los monarcas, la Guerra Civil, la posguerra-” y que permitieron, al lado de los mártires, unos sacerdotes «llamados a la santidad», como así declararía, para todos, el Concilio Vaticano II. Con floración de vocaciones, religiosas y sacerdotales.

Leía en la revista Vínculo , de los exalumnos de la Escuela Pía, un precioso artículo de Lucio Arauzo, exalumno y sacerdote diocesano, titulado «El seguimiento de Jesús, esencia de vida cristiana». Clarividente, valiente, y descriptivo sobre las causas que nos impide ver el verdadero rostro de Jesús y seguirle. En Suecia -”Estado confesional protestante-”, se ha dado ya la separación de Iglesia-Estado. La laicidad positiva es seguida en Francia por Sarkozy. Y como ha escrito Jiménez de Parga, en el diseño de las sociedades modernas, abiertamente democráticas, al resurgir religioso, y significativamente el católico, es un hecho. (Como está, en Estados Unidos. El Cardenal Cripriani, de Lima, al que íbamos a escuchar a la catedral de esa ciudad, en nuestros viajes académicos a Perú, ha lanzado desde Roma un llamamiento a todos los obispos hispanoamericanos, sobre la búsqueda de sacerdotes no sólo bien formados, sino santos.

Aquí se ven, como noticia, los «sacramentos laicos» (?). No es novedad en la historia de la Iglesia. Y en los comentarios que observo a nuestra obra La generación sacerdotal aragonesa del 27. Mosén Jesús López Bello , me ha alegrado advertir cómo, por columnistas de lejanas tierras, como la de Santa Cruz de Tenerife, se ha puesto de relieve esa gran misión que cumplieron un tipo de sacerdotes, que no son exclusivos ni excluyentes de una época. Sino que, advertidos de la progresiva secularización de nuestra sociedad, reclaman para su futuro y el de la Iglesia, esos sacerdotes santos, testigos de la fe y seguidores de Cristo. Ahí estarán las auténticas «proteínas» (Valentín Puig) y valores para una auténtica democracia. Termino con esta frase de Olegario G. de Cardenal, en un articulo en «Abe» de 12-6-2009: «Ellos -”los jóvenes-” ya no saben del nacional-”catolicismo, ni de las disputas del Concilio Vaticano II... Se preguntan por Dios, se asombran de Cristo, reconocen lo que ha sido la gran tradición de santos mártires... se abren a Cristo... saben que dentro de la Iglesia la llama de la fe tiene pabilo y cera para seguir ardiendo sin consumirse».

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