Diario de León

¿Esto es una crisis o el fin de una era?

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El aullido | luis artigue

En el argot de la poesía épica la crisis es e se intimidante momento de la batalla en que todo está aún por decidir y no se sabe a c iencia cierta de que lado se inclinará la estrella de la victoria. En lo que se refiere a la locura clínica una crisis, aunque no lo parezca, es una sobredosis de fantasía. O, por decirlo con palabras de ese novelista loco y genial -”ya un clásico de la ciencia ficción-” llamado Philip K. Dick: «Estimado psiquiatra: lo que usted llama locura la literatura lo llama imaginación»-¦

Todo esto viene a cuento de la crisis económica que nos cerca, nos asedia y amenaza supuestamente con nuestra aniquilación. Uno escucha a los miembros y las miembras de las tertulias radiofónicas, lee los periódicos -incluyendo sus suplementos financieros- y no puede evitar preguntarse: ¿estamos librando esta batalla o dándonos por vencidos? ¿Somos conscientes de que toda crisis avisa de la necesidad de un cambio de pautas? ¿Estamos locos o a qué se debe sino esta manía de creernos todo lo malo que nos imaginamos en lo que al futuro se refiere? ¿Cuándo tratan de dibujarnos el futuro, los economistas, como los novelistas de ciencia ficción, especulan de forma ingeniosa pero sin acertar nunca a priori porque en realidad no tienen ni puta idea de hacia dónde vamos?

La economía se limita a decirnos que una crisis es fundamentalmente un factor de corrección. ¿De corrección? Entonces, más que dedicarnos a esperar a que se pase sola la actual crisis como marineros que en plena tempestad se quedan de brazos cruzados mirando al mar a ver si amaina, ¿no deberíamos aprender algo de todo esto?

En efecto: una crisis, según parece, además de un aviso es una invitación a aprender a vivir. De hecho si algo nos revela indirectamente esta severa crisis económica es que efectivamente nos habían engañado. Sí, los agentes económicos, empleando su marketing, nos habían dibujado una realidad artificial -”más para su conveniencia que para la nuestra-” repleta de apariencias sin contenido y caprichos que parecían necesidades. Pero se les olvidó decir que esa realidad no valía parta todos, ni valía para siempre.

Al parecer nos habían engañado, pero por suerte ha venido una crisis que severamente nos advierte de que las reglas han cambiado y tenemos que aprender de nuevo a vivir con más realismo, esto es, con menos locura. En este sentido quizá uno de los mensajes más relevantes que ofrece este factor de corrección es el de que toca analizar y asumir las verdaderas necesidades sin dejar que nos las impongan, pues al parecer sólo se trataba de acomodar nuestras necesidades a nuestras posibilidades.

El punto de arranque de esta crisis ha estado de nuevo en la repetida cita de que el corazón de los hombres se corrompe con facilidad. La avaricia rompe el saco. Por eso, aunque parece que se trata de una crisis económica, ¿no estaremos ante una brutal crisis de valores? ¿Y no se tratará de un drástico aviso de que tenemos que empezar a hacer las cosas de otra forma? Jorge Riechmann en su libro titulado Wrengo Wrongo se pregunta si no vivimos en la era del materialismo tardío. Bienvenida será esta crisis si, más allá del imperio de las apariencias, nos enseña que el verdadero éxito radica en ser feliz y saberlo.

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