Diario de León

Reportaje | j. v. muñoz-lacuna

La mina de los horrores

En la localidad toledana de Camuñas, el arzobispado financia la exhumación de 41 represaliados de muy distinta condición por el bando republicano

El acceso al lugar donde están los cadáveres es muy difícil.

El acceso al lugar donde están los cadáveres es muy difícil.

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Las Cabezuelas es una antigua mina romana de plata situada a las afueras de Camuñas (Toledo). Una gran cruz y una lápida dan algunas pistas de su tétrico uso en los primeros meses de la última Guerra Civil: fosa común de sacerdotes, obreros, propietarios, industriales y agricultores sospechosos de simpatizar con el bando franquista. Coincidiendo con el furor excavador que ha propiciado la Ley de la Memoria Histórica en fosas comunes pero sin reclamar subvención alguna, el Arzobispado de Toledo ha financiado un exhaustivo análisis de esta mina. El resultado: la localización de 41 personas, en su mayoría varones. Sin embargo, todas las hipótesis apuntan que en lo más profundo hay enterradas al menos 300 personas más. Todas ellas, como las perseguidas por el bando nacional que aún permanecen anónimas en tantas cunetas, víctimas del mismo odio.

La intención de la Iglesia no ha sido remover viejas historias de rencores y asesinatos sino identificar a un grupo de sacerdotes que acabaron sus días en esta mina y sobre quienes se inició en 2002 el proceso de su beatificación. Su localización ha sido posible porque sus nombres estaban inventariados en la Causa General que el general Franco abrió en 1939 para honrar su memoria.

«Nosotros consideramos que sus cuerpos son reliquias y sólo queríamos saber dónde estaban», explica el sacerdote Jorge López Teulón, postulador de las causas de los mártires de Toledo y Ávila.

La Sociedad de Ciencias Aranzadi se ha encargado de la dura excavación en esta mina bajo la dirección de Francisco Etxeberria, profesor de Medicina Forense de la Universidad del País Vasco, con amplia experiencia en esta ingrata tarea en fosas de víctimas republicanas y en países como Argentina, Chile, Guatemala, Iraq o Afganistán.

Cerca de 30 toneladas de tierra han tenido que ser retiradas en los dos últimos años con la ayuda de una carretilla desde una profundidad de 27 metros. Lo que se ha encontrado no deja lugar a las dudas: restos óseos con orificios de bala, proyectiles, rosarios, medallas de la Virgen, peines, lápices de carpintero, horquillas y fragmentos de largas telas negras que en su día fueron sotanas. Todo ello mezclado con tierra y cal. «Son personas que nunca empuñaron un arma y que nunca se enfrentaron con nadie», añade Jorge López, que hace meses ofició una misa junto a esta mina en la que reclamó paz y reconciliación. «Las familias de estas víctimas piden que haya justicia pero también un perdón cristiano», apunta.

1397124194 Centenares de muertos. La Iglesia y las familias no quieren exhumar los 41 cuerpos encontrados porque, entre otros motivos, un análisis de los restos con la prueba del ADN resultaría carísimo. Además, hay constancia de que estos cadáveres son sólo una pequeña muestra de lo que en realidad esconde la mina de Las Cabezuelas. Esta sospecha se fundamenta en el testimonio de ancianos del pueblo que eran niños en 1936 y que cuentan cómo algunos camiones perdidos por Camuñas preguntaban por la ubicación exacta de la mina.

Bajo sus lonas algunos pudieron ver decenas de cadáveres apilados que acabaron arrojados al pozo. Incluso otros testimonios aseguran que algunas víctimas fueron lanzadas vivas y enterradas con cal y arena. Los camiones procedían de las checas de Toledo y Ciudad Real y, tal vez, también de Madrid. En total, según calcula el Arzobispado de Toledo, varios centenares de personas podrían estar enterradas en esta mina romana que formaba parte de la retaguardia republicana. Su único delito fue no simpatizar con el Frente Popular, haber sido visto en misa o vestir una sotana.

«Aquí yacen cristianos que dieron sus vidas. Víctimas de la guerra de 1936 a 1939» es lo que puede leerse en la lápida colocada junto a esta mina que hoy es testimonio de lo que el ser humano es capaz de hacer con un semejante.

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