Nadie más cerca

Teníamos la fortuna de tener reservado un helicóptero, sin duda el bien más preciado por todas las cadenas televisivas del mundo. Una vez más la suerte está de nuestro lado, y tras ser rescatados (previo pago), les caímos en gracia al piloto y al dueño de los helicópteros. El viernes volábamos hacia el volcán de nombre impronunciable. Comenzamos por acercarnos a uno de los dos glaciares que reventaron, anegando la parte sur de Islandia. El volcán está debajo de 200 metros de hielo, y al entrar en erupción fundió en minutos toda la capa que tenía encima. Imaginaros un glaciar que ha tardado miles de años en formarse, con hielo fósil, y que se derrite en cuestión de unas pocas horas, esto hace que se forme agua líquida en enormes lagos internos, que se colapsan y sale al exterior un chorro de una magnitud indescriptible. Estamos a salvo de cenizas, pues los vientos soplan de Norte a Sur. Somos el único equipo de información español que hay sobre el terreno y de los pocos del mundo. La orografía cambia por horas. Los expertos nos avisan de que el volcán se hace más potente cada día. Los pueblos que se sitúan de este lado del volcán, están a salvo de momento, pero anuncian cambios del viento, y si sopla para este lado, también destruirá todo lo que encuentre. Nos acercamos tanto al volcán que da miedo. El helicóptero se cimbrea. Hacemos un estático, es decir, el helicóptero está suspendido en el aire sin apenas moverse, rozando las columnas de humo. Es terrible lo que expulsa y ahora comprendemos porqué han llegado a Europa las cenizas. Es asombroso, nos topamos con dos agujeros gigantescos y un inmenso barranco horadado en el glaciar milenario. Está cortado a tajo. Ahora entendemos las miles de toneladas de hielo azul que están diseminadas por todos los campos aledaños al volcán. Es una obra perfecta de destrucción, magnífica, terri ble y cautivadora. Nos jugamos el pellejo pero hemos conseguido unas imágenes únicas. Amigos, esté sí que es un ¡desafío conseguido!