Diario de León

Aparatos con fecha de caducidad

Consumidores y expertos cuestionan la existencia de la llamada -˜obsolescencia programada-™, que fija la vida útil de un producto por debajo de lo que pudiera durar

Los portátiles son un producto incluido en la denominada -obsolescencia programada-.

Los portátiles son un producto incluido en la denominada -obsolescencia programada-.

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cristina gallardo | madrid
León

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«Los aparatos de hoy en día ya no duran como antes». Es una frase recurrente que, sin embargo, empieza a calar entre consumidores y expertos, que se cuestionan la existencia de la llamada -obsolescencia programada-, una estrategia, ¿o no?, para incentivar el consumo consistente en fijar la vida útil máxima de un producto muy por debajo de lo que podría durar en realidad.

La directora del Centro de Electrónica Industrial de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), Teresa Riesgo, cree firmemente en la existencia de esta obsolescencia ya que, «la tecnología que hay detrás de ella es muy sencilla».

Con sólo implementar en el aparato un contador, ya sea físico mediante un chip o intangible como una aplicación informática, el fabricante puede determinar el número de horas que el producto debe funcionar, las hojas máximas que debe imprimir, o las horas de conversación que debe mantener un móvil antes de averiarse. Además, según Riesgo, este contador puede determinar que el producto se averíe al llegar al límite fijado o, incluso, que el deterioro sea progresivo.

«Se puede programar una obsolescencia progresiva, que cuando el aparato llegue al límite, empiece a funcionar con una tasa de fallos más elevada», ha explicado la catedrática.

Esta caducidad planificada afecta sobre todo a la electrónica de consumo y la informática. Cada dos años, un habitante de los países desarrollados cambia de móvil, mientras que la vida media de los ordenadores se ha reducido de seis a dos años desde 1997 hasta nuestros días, según coinciden diferentes encuestas de consumo.

El ordenador de sobremesa de Pedro Gómez, un profesor de investigación y divulgador del CSIC, es un claro ejemplo: se ha averiado un año y medio después de comprarlo.

Pese a ello, Pedro Gómez se define como un «agnóstico» de la obsolescencia programada. «No me consta que exista, pero no pondría en absoluto la mano en el fuego por asegurar lo contrario, aunque no es necesaria para aumentar el consumismo», ya que, en su opinión, las empresas disponen de otros mecanismos muy eficaces, como la mercadotecnia.

Sin embargo, Pedro Gómez también apunta hacia otras causas de las averías como la complejidad mayor de los sistemas electrónicos o el «cambio de prioridades» de los fabricantes, que priman el diseño por encima de la fiabilidad, la mejora del proceso de fabricación o de la calidad de los materiales.

La batería. En el mundo de la electrónica, la batería es uno de los mejores candidatos para estropearse. Pese a los avances tecnológicos de los últimos años, los mayores productores se ven obligados con frecuencia a retirar del mercado artículos con baterías defectuosas, tras las quejas de las organizaciones de consumidores.

La reducción en el ciclo de vida de los productos conlleva que se multipliquen las compras de aparatos nuevos para sustituir al que «ya no sirve». Móviles y ordenadores son los productos que más reemplazamos.

Otra estrategia de las empresas es dificultar la reparación.

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