Diario de León

CORNADA DE LOBO

Euforia descalza

Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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Entraron en Trípoli los rebeldes y dieron pasto a las cámaras con júbilos a ráfagas y explosión popular en las calles. Algunos tipos del barullo mostraban una euforia tan exagerada y sospechosa, que me recordaron un refrán castellano que les cuadra literalmente: A moro muerto, gran lanzada . ¿Cuántos de los que besaban el culo a Gadafi hasta anteayer se cagaron estos días en sus retratos y cartelones tirados por los suelos de Libia?

Veo fotos de la toma tripolitana. Acaba una guerra de meses que ha salido baratita, si comparamos. La pierde el dueño de la porra y del cañón. La gana un ejército que no lo parece ni de lejos. No les vistió un cuartel, salen así de casa, en sandalias o playeras, alguno en botas, con vaqueros, camiseta, gorra de los Nycs o bermudas del Barça. Parecen pelotones de una guerra boba entre barrios suburbiales. Y las ropas militares que alcanzan a vestir unos pocos son cada una de su madre o de otras batallas. En realidad, pueden ir así a esta guerra porque se la han ganado para ellos los de la Otan.

Cuando van en grupo berrando victorias, parecen salidos de un estadio, gritan como hoolligans o turcos, pero con metralleta y algún lanzagranadas. Sus tanques son camionetas con ametralladoras montadas de aquella forma. Algunos llevan gafotas de sol y muñequeras con la bandera de la rebelión, toque pijo. Su ropa es occidental, gusto global, no hay chilabas, ni los manteos de cortinón enroscado que puso de moda el Coronelísimo.

A Gadafi lo quieren frito.

Otra foto muestra a gente civil voceando furia alegre. Algunos enarbolan armas, pero roba la atención una señora entrada en edad y en carnes, tapada como monja, pañolón y ropones negros, vociferando con gesto temible al levantar un kalashnikov en una mano... y en la otra, un monedero, áiva Alá, ¡un monedero!... ¿?... también ella fue a la guerra desde casa... y de casa jamás sale una mujer sin monedero, o sea, que en su caso tuvo que hacer la compra al volver del frente por la tarde... seguro.

En fin, esa mujer no sabe aún que su euforia va descalza. Sólo cuando empiece la paz a restablecer cosas sabrá que esa guerra la han perdido ¡todos!, porque la ganan siempre los mismos.

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