Diario de León
Publicado por
PEDRO G. TRAPIELLO
León

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Todas esas homilías son de su puño y cuño, escribe como habla, va al grano, llama vino al vino y al pan de los pobres lo convierte en una evangélica hostia en los morros del injusto, corrupto o ladrón social.

El papa Francisco no deja de sorprender. Últimamente acentúa más. No se anda con medias tintas en su misa de cada día en la capilla de la «hospedería» donde se aloja. Los asistentes suelen ser eclesiásticos que trabajan en el Vaticano, algunas monjas que atienden aquello, media docena de guardias suizos a título particular y algunos civiles entre los que se nota escandalosamente quiénes son los de seguridad.

El miércoles pasado se dedicó a echar mercaderes del templo, le pareció a Sócrates, porque tuvo palabra-látigo para los que pagan en negro, diciendo que «quien va a misa todos los domingos, comulga, da limosnas o incluso envía un cheque para ayudar a la Iglesia pero luego paga mal a sus empleados o lo hace en negro, sin depositar la contribución para que tengan acceso a sanidad y jubilación, está usando a Dios para cubrir la injusticia; y eso es un pecado gravísimo». Y dijo que prefiere mil veces a un pecador que a un corrupto «porque el corrupto reincide, lleva doble vida, mete la mano en el bolsillo y da a la Iglesia, pero con la otra mano, roba: al Estado, a los pobres… roba». Y negó cualquier tolerancia a los corruptos “que escandalizan porque no se arrepienten; no puede haber ningún tipo de compasión: Merecen –lo dice Jesús, no yo– que les pongan en el cuello una muela de molino y sean arrojados al mar. No se habla de perdón aquí”. Eso significar «negar la absolución». ¿Se hace?...

El caso es que las palabras del papa que perfilan la doctrina de su pontificado no parecen oírse después en nuestras parroquias y, menos, aún, con la misma vehemencia, observó Sócrates... ¿le hace caso el clero o acabará reconociendo Francisco, como aquel obispo de Tarragona, que el sesenta por ciento de sus curas no cree en Dios?... así la cosa, deberías revestir de sacristana a tu columna, me dijo, y repetir sus palabras el domingo. Y así lo he hecho.

Cosas veredes, ¡¡¿Sócrates aplaudiendo a un papa?!!...

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