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COSAS DE AQUÍ

Enemigos puerta con puerta

Los astures y los romanos conviven en Astorga, donde las pallozas y las domus configuran un campamento de 1.500 habitantes hasta el domingo

Una buena cantera de romanos, en una de las domus, su casa hasta el domingo

Publicado por
A.G. VALENCIA | ASTORGA
León

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Son vecinos en El Melgar y enemigos en el circo. Siempre, desde hace siglos. Son los astures y los romanos, los dos bandos de una lucha por la conquista del territorio. Astúrica Augusta vuelve a casa y al fondo sigue el Teleno, el testigo eterno que lleva 2.000 años siendo guardián de los secretos de unos y otros. El Melgar ya ha tomado forma de poblado, donde hasta el domingo 1.500 habitantes llenarán de vida las pallozas y las domus. Dos espacios bien diferenciados, pero que albergan, en definitiva, la ilusión y las ganas de quienes hacen posible esta fiesta de recreación.

Los astures y romanos más maragatos ya llevan unos cuantos días preparando estructuras, ramas, suelos y espacios. Las pallozas y las domus bien documentadas tratan de asemejarse lo máximo a la realidad que fue. Y la muralla cercando el campamento logra ese viaje en el tiempo. Casi se hace raro ver a alguien en vaqueros por las calles del ‘nuevo’ pueblo, donde las dos civilizaciones que hicieron grande a la ciudad bimilenaria vuelven a convivir verano tras verano.

Los móviles y la tecnología vuelven a confundirse con la mirada hacia la historia que esconden las túnicas y los laureles. El campamento pisa el acelerador de los festejos. En el coso los habitantes del Imperio y los viejos moradores se batirán, mientras en el parque serán vecinos. Este año un total de 47 tribus y legiones convivirán hasta el domingo. Pallozas y domus, templos y ritos que se dan la mano para seguir haciendo que su fiesta crezca. Cómplices, pero siempre cautelosos. El campamento es el lugar donde se fraguan los guerreros y también donde se sella el lirio de la paz. Es ese yin y yang que marca el día a día de la nueva era de Astúrica Augusta. Esa que este año también ha querido recuperar el aperitivo clásico y está llevando por los bares, los del siglo XXI, los Kikys, el pico pardal frito, para que la fiesta se deje sentir y se arraigue más aún a las calles, testigos del futuro que escribieron astures y romanos.

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