Por sus trazas

Dijo la incombustible Nati Mistral, tan folklórica-malaleche y tan fach-eta ella en sus 84, que Pedro Sánchez le parece «un peluquero de señoras» y Pablo Iglesias «el chico de la imprenta al que le encargas las fotocopias»... y a Cela, tan genio y bocazas él, le parecía Muñoz Molina «un camarero de chaquetilla» cuando aún tenía negro el tupé, la barba de tres días y el bigote (también dijo el grandón nóbel gallego que los escritores leoneses le parecían de concurso de caja de ahorros... y ni se le tosió).

Lo peor es que el maldito ingenio atina a veces... Sánchez peluquero, Iglesias pinche, camareta Molina... ¿y qué parecido le sacará la Mistral al Rajoy?... bueno, como le vota de rodillas, sería piadosa: ¿quizá subdirector de riesgos de una sucursal bancaria orensana con vida secreta y puros a escondidas?...

Reducir a una persona a sus pintas o ropones es de muy barato ingenio. Sin embargo, también es cierto que las trazas y las caras nunca son inocentes: o confirman una forma de ser... o al menos la de parecer. Y entonces la tertulia no se privó de tirar por esas trochas (porque no estaba Sócrates, que si no... estas cosas le desagradan), Nos encomendamos al difunto Capmany que atinó con el parecido del andaluz Chaves con gran precisión literaria: «su cara es como el escudo del Barsa».... ¡y es tal cual!

Sin embargo, no encontramos los tertuliantes muchos tipos de la esfera pública a los que vestir con su sambenito... ¿se parece Montoro a un contable de correduría de seguros?... ¿no es Monedero aquel trosco que iba de extra en la película del Doctor Zhivago?... ¿colaría Iceta como profesor de gimnasia en un colegio marista?...

Lo cierto es que se agotó pronto la lista, todos se parecen, misma horma, misma medianía. Echamos entonces mano a la prensa local viendo políticos de aquí por suponerles un parecido... tate, no se diferencian tanto en las trazas (salvo Matías y alguno nuevo): traje oscuro, corbatita, sport de marca, posturas... vestidito, zapatito, complemento y bisutón de buisvuitón... formalitas y formalitos. Y en esto llegó Sócrates a revolver: sólo parecen empleaos por ser sólo empleaos.