Diario de León

«La sociedad no acepta a quienes no tienen establecida su sexualidad»

PILAR DE LA VIÑA GUZMÁN / PSICOANALISTA

La psicoanalista Pilar de la Viña ofrecerá una conferencia hoy a las 20.15 en el Hotel Paris

La psicoanalista Pilar de la Viña ofrecerá una conferencia hoy a las 20.15 en el Hotel Paris

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PABLO RIOJA | LEÓN

«La presencia o ausencia de pene sitúa a la criatura humana, desde el momento de la ecografía, entre los hombres o entre las mujeres. La diferencia se establece en relación a tener o no tener. Esta cuestión, la de la falta, ha sido y es difícil no sólo para las mujeres, sino también para los hombres», señala Pilar de la Viña Guzmán, psicoanalista y psicóloga que hoy ofrece una conferencia en León donde tratará el tema de la diversidad sexual. Será a las 20.15 en el Hotel París.

—Lo que el cuerpo de la mujer no tiene, ¿tendría que tenerlo?

—Los niños y niñas opinan que sí, que esa falta hace al cuerpo femenino imperfecto y a la mujer inferior. Esa idea-fuerza que asocia el no tener a ser inferior permanece en el inconsciente de hombres y mujeres y desde ahí nos condiciona. Nos condiciona en la forma en que cada sujeto va a constituirse, en lo relativo a la propia imagen, en la orientación del deseo y del amor. Nos condiciona también, en la manera en que vamos a entender y a tratar con lo diferente.

—¿No puede haber diferentes colores, todos ellos bonitos?

—Históricamente la sociedad humana se ha organizado desde el sometimiento de la mujer y amparándose en eso que la diferencia de los cuerpos regala, eso que se tiene o que falta. Con ello se ha justificado el sometimiento con las más bizarras teorías. Hoy las mujeres hemos conquistado la participación activa en la sociedad a todos los niveles, pero la concepción infantil de la sexualidad sigue produciendo efectos. ¿Qué le falta al cuerpo de la mujer para ser un cuerpo de mujer? Nada. La falta es falta de un objeto imaginario. Nacemos con un cuerpo sexuado que nos orienta en nuestro camino para llegar a ser hombre o a ser mujer.

—¿Y qué pasa con los que nacen hombres pero se sienten mujeres o viceversa?

—Hay quien dice que se siente en su cuerpo como en una cárcel, porque su cuerpo no se corresponde con su identidad subjetiva. Son los transexuales. Tenemos, en principio, que en relación a la identidad sexual, el sujeto puede constituirse de acuerdo o en desacuerdo con el cuerpo con el que nació. Más adelante se abrirá otra horquilla y el sujeto orientará su deseo hacia el sexo opuesto o hacia el propio sexo. Pero en este primer momento el sujeto apenas decide. Dice Lacan que es el significante el que identifica al protosujeto. Nacemos a y en una lengua, nos nombran en masculino o en famenino, nos dan un nombre de mujer o de varón y esas palabras entran en el psiquismo aún tierno del recién nacido y nos dan forma, nos identifican como sujeto humano, del sexo femenino o masculino, español o chino… Esto nos ayuda, en lo más básico, a saber quiénes somos. A ser hombre o a ser mujer se llega o se queda uno en el camino. No hay otros puertos, la naturaleza no prevé para la especie humana más que dos sexos. Podemos encontrar varias manera de ser hombre o mujer, pero siempre desde la aceptación de este límite natural.

—¿Existe la diversidad de sexos?

—No, lo que sí hay es variabilidad de conductas sexuales.

—Hace unos días salía a la luz el caso de Lucía, la menor transexual española de más corta edad que consigue que le cambien el nombre en el DNI. ¿Acepta bien la sociedad este tipo de casos?

—Todo lo contrario. La sociedad no acepta a quienes no tienen establecida su sexualidad. Aceptar la diferencia sexual, someterse a ese límite que impone la naturaleza, abre la puerta a la aceptación de la prohibición fundamental, a la prohibición del acceso a la madre, del incesto. Lo que ayuda al sujeto a pensar y actuar con libertad en el amplio campo que le queda permitido. Pelearnos contra las diferencia, contra ‘el sexo binario’ y atribuir las dificultades intrínsecas sólo a una imposición social contribuye a mantenernos en un campo de angustias en dónde cualquier movimiento puede ser peligroso. Esto desde lo psíquico, pero desde lo social, parece lógico que, en vez de demonizar y lanzar a los espacios marginales a las personas que no tienen establecida su sexualidad a la manera de la mayoría, se abran espacios de tolerancia.

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