Diario de León
Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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Matar es fácil, basta un loco, un arma barata y un odio viejo... y si metes un dios en el tema convirtiendo una media luna en alfanje o una cruz en puñal es más sencillo aún y tienes premio: una recompensa celestial, una pompa funeraria reservada al mártir y sales en el boletín semanal de la organización o cofradía.

Es tiempo de mártires que han de ganar la palma del martirio martirizando antes a otros con saña despiadada. Es fácil en una cabeza incendiada: lo suyo es misión salvífica... o una guerra contra el sindiós infiel... o un viejo ajuste de cuentas. Para quien haya puesto su venganza a enfriar, esta salida a muerte tan creciente hoy y pregonada puede serle muy tentadora.

Resígnate a la terca evidencia: estás en un tiempo de mártires suicidas, encabronados y devastadores. Quizá es que sobran jóvenes furiosos que se sienten maltratados por la suerte. Los fabrica a diario esta sociedad donde el hambre (o la sed de justicia) está tan mal repartida, que siempre toca a los mismos, así que sobran suicidas aquí, en Niza, Estambul, Bagdad o en un instituto de Estados Unidos. Vaya si sobran. Sin salir de España, los suicidas son el doble que los muertos por tráfico. ¿Y cuántos de estos miles, viendo tan cacareada la moda de morir matando, no querrían acogerse a sus diez minutos de gloria? Les sobran pantallitas con almuecines o trumps, les sobran medios y oportunidades.

Y a nosotros nos sobra tanto miedo, que lo ponemos a sembrar. Esa es la primera guerra que ganan los malos.

Resumido: sobran viejas cuentas... y se inventan nuevos cuentos.

Acostúmbrate: los dioses justicieros vuelven a cotizar muy alto en el mercado del Hombre con Miedos donde «los otros» nunca caben... resucita el nazi alemán indignado, se indigna Alabama o Nueva York exigiendo muralla en Méjico... y Marine le Pen agradece al moro tarado que se haya atrevido a profanar el símbolo sagrado de Occidente, una iglesia cristiana y de pueblo, degollando a un viejo cura que se ha ganado la palma del martirio sin buscarla y cuya sangre ya se ha convertido en semilla de nuevos Le Pen.

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