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La muerte del guerrero de Gormaz

Practicadas desde el Neolítico, fueron los egipcios quienes con mayor pericia practicaron las trepanaciones. Una investigación que acaba de aparecer desentraña los misterios de dos trepanaciones realizadas en Gormaz .

Luis Caro ha analizado 2.231 individuos de las poblaciones de Castilla y Léon. JESÚS F. SALVADORES

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León

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cristina fanjul | redacción

Sufrió una fuerte golpe en la cabeza durante una batalla. Destaca Luis Caro Dobón que según la investigación, el impacto provocó que le estallara el cráneo y sufrió una hemorragia interna. «Debió tener grandes dolores producidos por la presión intracraneal, lo que con toda probabilidad llevó a que le practicaran una trepanación». .. Sin embargo, murió a las pocas horas. Esta es una de las conclusiones del estudio de Luis Caro Dobón y Elena Sánchez-García que acaba de publicarse bajo el título de Antropología física de las poblaciones históricas de Castilla y León. En esta investigación, los antropólogos hallaron dos cráneos trepanados. Ambos, en Gormaz, Soria. Allí, los expertos desenterraron y estudiaron 301 individuos que vivían pegados a la guerra. Y es que no hay que olvidar que esta localidad, a la sombra de la fortaleza califal, era una disputada posición militar de frontera en la cabecera del Duero. La fortaleza de Gormaz fue construida por Al-Hakam II en el último tercio del siglo X, durante el califato de Córdoba, para reforzar

su frontera al norte del Duero, debilitada por el empuje de los incipientes reinos cristianos. Sirvió de apoyo a Medinaceli, que era la capital de la Frontera Media Musulmana, a la vez que controlaba una de las rutas de acceso hacia el norte. En el año 1059 pasó a formar parte del reino de León en tiempos del rey Fernando I. Así que, no resulta aventurado destacar que la trepanación citada se produjo durante o tras alguna de las batallas que los cristianos libraron contra los musulmanes.

La técnica

La trepanación, o craneotomía es una práctica quirúrgica realizada desde hace siglos para acceder al cerebro mediante una escisión en el cráneo. Se hacía por causas médicas o religiosas. En la antigüedad esta técnica se utilizaba por causas médicas (tumores, epilepsias) y por cuestiones religiosas (utilizaban los huesos del cárneo en rituales religiosos).

Los egipcios fueron los pioneros en aplicar este tipo de intervenciones realizadas de una manera algo rudimentaria, con escasas medidas higiénicas y sin anestesia. En Egipto conservaban los fragmentos de hueso extraídos del cráneo, utilizándolos como amuletos religiosos. Los soberanos tenían la costumbre de realizarse la trepanación cuando estaban a punto de morir para que su alma pudiese abandonar su cuerpo. Esta acción la llevaba a cabo el médico de la corte, ayudado por el hemostático, del que se decía que era una persona cuyo solo acto de presencia en la sala donde se realizaba la operación era capaz de detener la hemorragia del paciente. En la Edad Media, la perforación intencional del cráneo mediante el uso de instrumentos tenía probablemente una indicación terapéutica. Su hallazgo no es frecuente, de ahí la importancia de los dos casos encontrados en Gormaz, ambos en el parietal izquierdo de una mujer y de un varón adultos. «Dado que no existía la asepsia en estas intervenciones, la infección causada por los usos repetidos de los trépanos metálicos, sin higiene, constituía la causa más habitual de muerte tras la trepanación», destaca Luis Caro, que añade que las técnicas más habituales para realizar las trepanaciones eran el raspado, el barrenado y la incisión. La investigación revela que los orificios provocados por la trepanación se localizan preferentemente en el parietal del lado izquierdo, que es la ubicación más cómoda para el trepanador que sea diestro. «En la Edad Media ya se conocían las propiedades analgésicas de las papaveráceas, cuyo alcaloide principal es la morfina, y de las solanáceas con el glucoalcaloide solanina», explica el antropólogo. Uno de los casos corresponde a un varón de edad comprendida entre los y los 55 años, con trepanación completa en el parietal izquierdo mediante la técnica de barrenado, sin regeneración ósea en los bordes, lo que indica que no sobrevivió a la trepanación o murió poco tiempo después. El otro caso es el de una mujer de entre 45 y 50 años, lo que hace de por sí un ejemplo interesante, puesto que son infrecuentes las trepanaciones en las mujeres —alrededor de un 10%—y, por tanto, escasos los ejemplos que se citan en la literatura científica. La trepanación también fue realizada en el hueso parietal izquierdo, aunque la técnica empleada fue el rascado, con una piedra granujienta o vítrea con múltiples aristas a modo de lima, practicando un agujero elipsoidal o redondeado, en este caso con evidentes signos de supervivencia tras la trepanación, puesto que existe neoformación ósea en todo el margen del orificio. «Es probable que esta supervivencia no superara el año, ya que es a partir de ese tiempo cuando el orificio llega a cerrarse completamente», destaca Caro Dobón.

El investigador subraya la importancia de la trepanación efectuada en el varón de Gormaz y subraya la fractura previa del cráneo originada por un golpe fuerte o un impacto que afecta en mayor medida al parietal y esfenoides izquierdo, y algo menos al frontal en su zona de inserción con los huesos citados. «El impacto provocó la fractura del cráneo con la consiguiente rotura de los vasos sanguíneos intracraneales y la formación de un gran hematoma, con aumento de la presión intracraneal y dolor en la persona afectada», precisa Luis Caro. El profesor interpreta que la trepanación fue hecha a posteriori, con intencionalidad terapéutica, posiblemente para aliviar la presión intracraneal en el lugar del impacto. Además, revela que se observan las estrías del trepano en el hueso y la nula regeneración ósea del orificio tras la trepanación, y concluye que la intencionalidad del trepanador falló, con el consiguiente óbito de la persona intervenida. «Estamos ante uno de los pocos casos en los que la trepanación tenía una evidente intervención curativa del paciente, del que desconocemos su relevancia, aunque tampoco debemos olvidar el papel de Gormaz como guarnición en la frontera más oriental del reino», asegura el profesor.

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