Diario de León

LOS CAMBIOS ■ TRES EXPERTOS DE LEÓN

Evolución a golpe de whatsapp: el cerebro se hace digital

Internet está cambiando nuestro cerebro, nuestra manera de pensar, de sentir, de hablar en una magnitud cuyas consecuencias son aún impredecibles. Un neurólogo, un lingüista y un psiquiatra explican las bases y las razones de esta mutación, una revolución que cambiará la humanidad

Salvador Gutiérrez, Adrián Ares y Francisco Luis Rodríguez. DL

Salvador Gutiérrez, Adrián Ares y Francisco Luis Rodríguez. DL

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CRISTINA FANJUL | LEÓN
León

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Las representaciones cerebrales de las distintas partes del cuerpo cambiarán». El neurólogo del Caule, Adrián Ares, destaca que la representación del cuerpo humano se encuentra en la corteza cerebral. Este ‘mapa’ cambia con la edad y, por supuesto, con la actividad de la persona. No es lo mismo, por ejemplo, cómo se representan en la corteza cerebral las manos de un pianista que las de una persona que se dedica a las matemáticas. Las manos son características de nuestra evolución. El hecho de oponer el pulgar, es decir, poder tocarse la punta de los dedos con el pulgar permite cerrar el puño y ejecutar movimientos delicados. Esto les permitió a nuestros antepasados evolucionar, y junto con la capacidad de hablar (mímica, expresión) crear una sociedad compleja, arte, cultura y obtener más recursos del entorno. «Lógicamente, la representación del pulgar cambiará», precisa el doctor Ares, que introduce además un elemento de juicio importante: «No es lo mismo hablar de nativos que de inmigrantes digitales», explica para precisar que los jóvenes han crecido con las nuevas tecnologías, con lo que su desarrollo será diferente. «De hecho, los mayores de treinta años suelen escribir con un índice, mientras que los jóvenes lo hacen con ambos pulgares».

El doctor Adrián Ares sostiene que el cerebro es el único órgano que se plantea conocerse a sí mismo y subraya que el sistema nervioso central regula todo el organismo. «La diferencia que puede surgir debido al uso de las nuevas tecnologías es que ya no tenemos la necesidad de memorizar tanto conocimiento, lo que nos deja más espacio para asimilar estrategias y fuentes», defiende el neurólogo. Revela, por ejemplo, que las funciones más humanas: las emociones, el lenguaje y el pensamiento están representadas en la corteza cerebral. «En ella están las áreas primarias y las asociativas, que son las que hacen que las primarias (capacidades sensitivas, motoras, visuales, el lenguaje o la memoria) se pongan en contacto. El experto asume que las nuevas maneras de relacionarnos y comunicarnos cambiarán ambas, si bien aún es pronto para saber en qué medida estos cambios modificarán las estructuras cerebrales.

Tampoco nuestra forma de pensar se mantendrá al margen. whatsapp permite estar con todo el mundo todo el tiempo. «El cerebro se adapta a situaciones porque la humanidad ha progresado para avanzar hacia la comunidad», manifiesta el jefe de Psiquiatría del Caule, Francisco Luis Rodríguez. El especialista alerta, no obstante, que habrá gente que enfermará por culpa de las redes sociales, que en su opinión, pueden llevar a la obsesión. «Si tienes la posibilidad de psicotizarte, puede que te ocurre, pero como con las drogas o el alcohol. Ya hay pacientes que creen que le están vigilando a través del móvil. Es fácil psicotizarse por el control de la información, por la gestión del big data, pero eso no se debe a las redes sociales sino al hecho de que hay gente que vive para su obsesión», sostiene. El jefe de psiquiatría alerta sin embargo de que las redes sociales son «tremendamente adictivas» y lo explica en que nos aportan refuerzos positivos que, además, son intermitentes. Hay ocasiones en las que los conseguimos y otras. en las que no. Es lo que ocurre con los likes del Facebook, por ejemplo. «Las personas dependientes y los narcisistas se obsesionan con el reconocimiento de las redes y éstas les pueden limitar desde el punto de vista funcional. En este sentido, sí, es cierto que las redes sociales pueden generar adicciones comportamentales. Por eso hay que vigilar, pero no debemos aislarnos», defiende.

El lenguaje

El catedrático Salvador Gutiérrez desconfía del mal uso de las redes sociales y las nuevas tecnologías. Destaca que una de las destrezas que se están perdiendo es la de organizar textos que sobrepasen la brevedad de un tuit, discursos «coherentes, bien estructurados». «Este objetivo, en la época clásica, lo desempeñaba la retórica, el arte de edificar discursos eficaces, bellos y bien construidos». El académico sostiene que esta capacidad conlleva un aprendizaje largo, que comienza con la lectura y se complementa con la composición de textos escritos y orales. Se pregunta si la comunicación excesivamente rápida del mundo digital permite su desarrollo. «Cada día, nuestros alumnos leen menos libros. Muchos llegan a la universidad sin haber leído ningún libro completo», asume descorazonado. Salvador Gutiérrez deplora que en la enseñanza actual se ha desterrado la filosofía, el razonamiento e incluso actividades como el análisis sintáctico, que enseñaban a observar, clasificar, relacionar y rgumentar. La incorporación de las nuevas tecnologías ha aportado algunas ventajas evidentes. La red facilita el acceso a la información, la rapidez en la comunicación y el acceso a muchos contenidos. Sin embargo, considera que es necesario realizar evaluaciones continuas de los efectos positivos y negativos. Por ejemplo, está cambiando la forma en que los alumnos toman apuntes en las clases universitarias. En la cultura analógica, los alumnos tomaban notas mientras el profesor explicaba. Mientras tomaban apuntes, efectuaban una tarea de comprensión y de resumen. En la actualidad, al hacerlo con ordenador, tratan de escribir mecánicamente todas las palabras, sin que sigan un ejercicio simultáneo de comprensión y de síntesis y de asimilación.

Existen experimentos empíricos efectuados entre 1995 y 2005 en Estados Unidos sobre el influjo positivo o negativo de las nuevas tecnologías en la enseñanza de algunas áreas de conocimiento como las matemáticas o la lengua. Los resultados no fueron positivos. «Las nuevas tecnologías no ayudaban, sino todo lo contrario», a pesar de la enorme inversión realizada.

El catedrático de Lingüística se muestra reticente con el menosprecio en que ha caído la memoria en la nueva enseñanza. «Pensar, razonar, argumentar necesita apoyarse en conocimientos, en datos, en registros de la memoria», defiende, al tiempo que recuerda que en la filosofía clásica la memora era considerada una de las potencias del alma, junto con la inteligencia y la voluntad. «La moderna psicología cognitiva no se halla muy lejos y considera que la memoria es la dimensión más importante de la inteligencia», sostiene. Explica que en la llamada memoria a largo plazo almacenamos todas nuestras destrezas como caminar, bailar, hablar, escribir a máquina, jugar a baloncesto… y también leer. «Si no tuviéramos capacidad de almacenar estas instrucciones aprendidas, la vida sería prácticamente imposible», asegura. El académico pone como ejemplo que para poder opinar y argumentar sobre un tema deportivo es necesario que tengamos informaciones, datos empíricos de encuentros, de resultados, de jugadores y de otras circunstancias. «Si no es así, nuestro razonamiento sería vacuo, carecería de consistencia». Considera que las estrategias de búsqueda también son importantes, pero para saber qué y dónde buscar debemos tener datos. Además, precisa que la importancia de la memoria va mucho más lejos de lo que podemos pensar. «En el cerebro «todo deja huella». Recalca que los comportamientos de nuestros mayores, lo que piensan, su forma de actuar, su forma de ver la vida… dejan impresas en nuestra memoria huellas culturales que se comportan como genes: son los ‘memes culturales’. «Cuando leemos libros, cuando escuchamos música, cuando asistimos a espectáculos o vemos la televisión sus características van troquelando en nosotros impresiones y categorías que influyen en nuestra forma de ver el mundo y de actuar», reflexiona.

Considera nuestro profesor que la inteligencia no es monolítica. «Podría definirse como una casa de múltiples habitaciones. Existe inteligencia lógica, verbal, espacial, musical, corporal, intrapersonal, interpersonal, social, etc. Una de los objetivos de la educación es desarrollar cada una de ellas en relación a las demás». Al ser preguntado sobre la importancia de la conversación, Salvador Gutiérrez, tras un breve silencio, explica que una persona capaz de hablar, de relacionarse con los demás a través del lenguaje, cada vez que lo hace, enciende la luz en una de las habitaciones más importantes de la casa de su inteligencia. Por esta razón, ve con preocupación un mundo que se mueve cada vez más hacia la incomunicación, un lugar en que predominan muchas formas que sustituyen a la conversación y de aislamiento. Por contra, Salvador Gutiérrez defiende que la capacidad conversadora aporta sabiduría, enriquece al interlocutor con datos, enseña expresión y, sobre todo, nos hace seres sociales, hombres de la civilización, de la ‘polis’. «La conversación elimina los prejuicios, enseña a escuchar, a comprender, a que nos comprendan, a no estar solos en el mundo».

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