Diario de León

La leonesa que levanta una granja de conejos en Ghana

La bióloga leonesa Mónica Suárez Rodríguez construye en Ghana una granja de conejos para aumentar el consumo de proteínas de seis millones de personas que viven en pobreza extrema y como centro de investigación para profesores y estudiantes universitarios

La leonesa Mónica Suárez, con el responsable del matadero de Ghana que colaborará con el proyecto. DL

La leonesa Mónica Suárez, con el responsable del matadero de Ghana que colaborará con el proyecto. DL

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carmen Tapia | león

Seis viajes a Ghana por motivos laborales han «enganchado» con el país a la leonesa doctora en Biología Mónica Suárez Rodríguez, al que acudió por primera vez con un proyecto de cooperación internacional de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid para impartir clases de microbiología al personal sanitario de los hospitales para prevenir la propagación de enfermedades infecciosas

Como profesora titular de Universidad del departamento de Sanidad Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense, esta leonesa encabeza un proyecto pionero para construir una granja de conejos en la región norte de Ghana para beneficiar a los más de seis millones de personas que viven en la zona, ya que servirá de referencia para toda la región. «En la zona norte de Ghana, cuya capital es Tamale, los recursos alimenticios son escasos. La dieta de la población ghanesa en esa zona se basa en el arroz, féculas, verduras y fruta. La proteína es un bien escaso y necesario para tener una alimentación equilibrada».

La experiencia de Mónica Suárez en el estudio de las enfermedades de los conejos, sobre todo la fiebre hemorrágica, con la que trabajó hace un año en el desarrollo de una vacuna preventiva junto a Laboratorios Ovejero de León, le impulsó a buscar alternativas alimenticias para una población musulmana que no come cerdo y el precio de la carne de ternera la hace inaccesible para la mayoría de los habitantes, que viven en la pobreza. «Allí hay conejos silvestres. La idea es darles la oportunidad de criarlos y poder consumir esa carne, muy rica en proteínas y más barata», explica. Además, el proyecto ayudará a la creación de empleo local, especialmente femenino. Para la puesta en marcha de la granja está previsto contratar a cuatro personas, además de los acuerdos con un matadero local y los canales de distribución.

Costumbres

«Como mujer y blanca me he encontrado con muchos impedimentos que he tenido que solucionar. Tuve que hablar con el jefe de la localidad y seguir un ritual de respeto que incluía ponerse en cuclillas delante de él. Ellos tienen sus costumbres que hay que respetar, pero conseguí su autorización y ya tenemos un terreno disponible de unos mil metros cuadrados situado en Jungshagu, en Tamale, norte de Ghana. Quiero una granja para generar empleo local, que sean ellos los que la mantengan y sirva para dar de comer a la población».

El proyecto está en fase inicial y está presupuestado en 100.000 euros. Mónica Suárez tiene el apoyo de mujeres involucradas con el desarrollo de África, como la actual embajadora española en Ghana, María Jesús Alonso, y la presidenta de Mujeres por África, María Teresa Fernández de la Vega, además de sumar el respaldo de otras oenegés alemanas y canadienses que colaboran en la zona.

El proyecto también tratará de beneficiar a profesores universitarios interesados en la Producción y Sanidad Animal de Lagomorfos (conejos y liebres), así como sus alumnos. «Se les enseñará las técnicas de producción de lagomorfos y el diagnóstico de enfermedades infecciosas en los conejos, especialmente la tularemia, que afecta a humanos. Esto repercutirá directamente en los estudiantes de la University for Development Studies (UDS), universidad del Tamale, que recibirán una formación actualizada de calidad. Además, este proyecto no sólo beneficiará también a los residentes de la región norte de Ghana, sino que en gran medida también a personas de todo el territorio nacional, ya que el norte provee de mano de obra a todo el país. Previniendo eficazmente una enfermedad como la turalemia desde el origen se puede evitar la diseminación al resto del país y por tanto, prevenir un posible brote epidémico de índole nacional».

La granja permitirá alimentar a la población con alto contenido de proteína y manejar conejos para que los alumnos hagan prácticas, tanto en reproducción como en sanidad animal. «De esta forma pretendemos tener un impacto en la reducción de la pobreza al disminuir la necesidad de alimentación proteínica y generar una riqueza en la zona, con la participación de las personas del pueblo en la cooperativa».

Además de Mónica Suárez, directora del proyecto, están involucrados otros once profesionales de fisiología, producción y sanidad animal de la Universidad Complutense de Madrid y de Ghana.

La pobreza como enfermedad

La Organización Mundial de la Salud califica a la pobreza como la enfermedad con más alta mortalidad del mundo, con millones de niños y personas de todas las edades fallecidas. «Una salud frágil produce, además, un mayor riesgo de contraer enfermedades infecciosas. Por eso es esencial trabajar y conseguir una mejora en la salud global de la población ghanesa. Luchar contra la pobreza es el mejor motor para combatir muchas enfermedades que pueden ser erradicadas o controladas y evitar la muerte de niños y personas de todo el mundo», asegura Mónica Suárez.

La OMS trabaja fundamentalmente por la salud y para combatir las enfermedades «pero esto se hace difícil debido a que si las personas tienen malas condiciones sociales es complicado luchar contra las enfermedades porque no tienen las defensas suficientes, la información y la educación para prevenir ciertas afecciones, recursos económicos para acceder a productos de higiene y otros que permitan tomar precauciones. Además es más fácil que se propaguen por esas mismas causas».

Inspeccionando la maquinaria con la que se trabajará en el proyecto. DL

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