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Volar un minuto por los Picos de Europa

Un empresario cántabro instala la segunda tirolina más larga de España en el valle de Liébana, en Camaleño

Una persona se cuelga de la segunda tirolina más larga de España. PEDRO PUENTE HOYOS

Una persona se cuelga de la segunda tirolina más larga de España. PEDRO PUENTE HOYOS

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León

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Lola camús | camaleño

Con un kilómetro de longitud, es la segunda tirolina más larga de España, está en los Picos de Europa y probarla es vivir la experiencia de volar durante un minuto y medio a cien metros del suelo. El aterrizaje es tranquilo pero luego viene su hermana pequeña, de 600 metros, para disparar la adrenalina.

Para colgarse en ellas hay que viajar al corazón del valle de Liébana, al pueblo cántabro de Camaleño, situado al pie de la carretera que une la villa de Potes con el Teleférico de Fuente Dé. Al frente está el empresario lebaniego Francisco Rodríguez, que lleva diez años «en el negocio de las tirolinas», abrió la de Camaleño hace dos meses y se ha propuesto conseguir, nada menos, que la más grande del mundo esté en su tierra, en Cantabria, y no en los Emiratos Árabes.

No es el único proyecto que tiene entre manos, convencido de que Cantabria reúne todas las condiciones para convertirse en «Territorio Zip Line», dice a Efe, en la base de la instalación de Camaleño.

En los últimos años han proliferado en España las tirolinas de largo recorrido pero Rodríguez asegura que la instalación de Liébana, con dos líneas que se complementan en vivencias y emociones, es «la más completa» del país.

La primera parte de Los Llanos, un kilómetro de cable que sobrevuela un paisaje espectacular: a la izquierda, la vía ferrata y a la derecha el macizo imponente de los Picos de Europa, las casas de piedra de Mogroviejo incrustadas en la montaña y un poco más allá su torre medieval.

El primer tramo de la línea es rápido, con una velocidad de salida de 80 kilómetros por hora y la altura máxima es de cien metros. «Tiene altura y velocidad pero la gente que llega abajo dice que es relajante», apunta uno de los dos monitores de Tirolina Liébana. Después de un minuto y medio de vuelo, la llegada es suave. Quien quiera redondear la experiencia, tiene que recorrer un sendero de 75 metros hasta el punto de salida de la segunda línea, de 600 y cien de desnivel, un salto de alrededor de medio minuto y hasta cien kilómetros por hora.

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