Diario de León
León

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Yo apuesto por José Antonio Díez para secretario provincial del PSOE, así que seguro que pierde porque si por algo me caracterizo es por tener poca habilidad a la hora de subirme al carro del ganador. Tengo estravismo para detectar la victoria. No es que el jefe de los socialistas de la capital me apasione —debería soltar lastre— pero los otros dos no aguantan la comparación. Díez tiene algo que le honra: juega a cuerpo descubierto, sin padrinos, sin escoltas que le hagan el trabajo de fontanería, mientras que Cendón y Moreno van por la vida como esos galos cuya única misión era soportar el peso de Abraracúrcix sobre el escudo. Su voluntad no es León, ni siquiera el poder, ni siquiera ellos mismos... Su único papel en la farsa es acotar el poder de otros, calentar el sillón al tiempo que se ganan la sonrisa clemente del jefe. Eso no es democracia, es el clan, y el clan se caracteriza por la ausencia de talento, un detalle insignificante cuando lo único que se te exige es lealtad.

La lealtad es una virtud curiosa; se traviste al llegar al mundo de la política, en el que lo único que interesa es convertirse en paniaguado de la ortodoxia, siempre tan corrupta y acrítica. Lealtad es, ya ven qué cosas, la palabra que más se ve en el tuiter de Moreno. Basta con ojearlo para saber de qué va todo esto. Sus fotos con Sánchez y Tudanca son la demostración de que poco importa la militancia —tan obscenamente manoseada— cuando a lo más que quieres llegar es a Iznogud de tercera.

Dicen que Diego dejó el trabajo porque estaba seguro de que al conseguir la secretaría se apañaría una liberación del partido, pero las cosas se le torcieron cuando Rodríguez anunció el fin de las mamandurrias. «El dinero de los militantes, para ganar elecciones», decía el mes pasado en clara referencia a los gastos de representación de Tudanca, mientras dejaba en tiempo muerto a Joaquín Llamas y obligaba a regresar a la casilla de salida a Ángela Marqués. «Lo que queremos son personas interesadas por la política, no profesionales de la política que vengan a vivir del partido». Pues eso, la lealtad.

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