Diario de León
Publicado por
OPINIÓN NICANOR J. CARDEÑOSA
León

Creado:

Actualizado:

El roblano Nicanor J. Cardeñosa, licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense y con estudios de dirección en HB Studio de New York, estrenó en 2004, en el Teatro Infanta Isabel, la obra Mercado Inmobiliario en la que dos mujeres se enfrentan a sus vidas en el escenario de la casa familiar.

F ue justo antes del estallido de la burbuja inmobiliaria. En dos o tres semanas, leí varias noticias en los periódicos, que hablaban de ancianos que habían muerto solos en sus casas. Por entonces mi madre, ya mayor, vivía sola en La Robla y, aunque el «látigo» fueron las noticias y el darme cuenta de que había una problemática que la sociedad —necesitamos que lo que llamamos izquierda se reinvente con los nuevos problemas de este siglo— no estaba afrontando, creo que lo que aquel disparo derribó realmente, fue mi semi ignorado sentimiento de preocupación y de responsablidad, por la situacción de mi madre. El arte es así, va de lo universal a lo personal y vuelve como un bumerán en un bucle interminable. Ese fue mi descubrimiento, el nombre Mercado Inmobiliario que resultó premonitorio —todos decíamos «ese piso no vale esa burrada», pero todos estábamos metidos de lleno en el negacionismo— se resolvía con un final abierto... donde era el espectador el que decidía: ¿la casa, el piso, el hogar es simplemente una mercancía, o es algo muy distinto? Yo no contesto, no todo nos lo tienen que dar masticado para que nos sumemos o nos opongamos, hay ciertos procesos que requieren de nuestra decisión personal porque es desde ahí desde donde tienen un alcance global. Mercado no tiene un mensaje político, no descarga en el estado ni en nadie responsabilidades, tiene un mensaje ético, personal, es cada uno quien decide. Angélica Liddell creo que trabaja desde el mismo sitio humanista. El problema no es que haya ancianos que mueran en soledad, eso es sólo el síntoma. El problema soy yo, mi implicación con mi entorno conocido, no con el distante, la respuesta que me dio a mí la obra, a su autor —yo no decidí el final, se me impuso como algo obvio que yo desconocía—, es la necesidad de volver a equilibrar lo personal con lo político, la recuperación del mundo frente a la idea, no porque sean opuestos, sino porque son lo mismo. No se trata de yo, o el mundo, sino de «yo en el mundo» de Ortega.

tracking