Che sarà, sarà

Qué será, será; lo que haya de ser será; el futuro no es nuestro, está visto... dice aquella canción que Doris Day puso en órbita en 1956 y aún resuena, todo el mundo sabe tararear al menos su estribillo... ¿qué será, será?, lo que haya de ser, será... y silbado suena este melodioso vals en los agitados claustros de Podemos donde el tararí de alineamiento por la cuestión del chalet de sus líderes está agrupando a los partidarios de una censura severa (¡a la mierda, albañiles, se acabó la masa!) y a los que venializan el pecado sin esconder una sana envidia por este interesante y prometedor precedente (¿acaso es tan obsceno o aberrante que un rojeras aspire a casita ajardinada con pileta y choza de invitados?)... y sólo cabrán dos respuestas: sí o no, sin matices... y sin olvidar que los referendums son como las pistolas (los diablos que aquí las cargan ¿se llaman Kichi o Errejón?).

¿Y qué saldrá tras esta semana consultiva?... una certeza: arañazos serios y gran costurón en la femoral.

Che sarà, sarà era el lema de la villa italiana que inspiró la canción; ¿invita a resignación o a voluntad, fatalidad o esperanza?... en este lío de Podemos pinta mejor el «alea jacta est», la suerte está echada; Pablo e Irene o Irene y Pablo (tanto montan en estrado o hipoteca) han dibujado a lo tonto un Rubicón seguros de poder cruzarlo como quien invita a Julio César a este juego de tronos... pero los arúspices y el Oráculo de Pedrún barruntan mojadura.

Imagine el lector escenarios posibles tras escrutar la votación digital (qué poco se fía ya uno del tramposo mundo digital): 1.- Ganan los líderes holgadamente (pero se acentúan las pérdidas en los sondeos). 2.- Ganan por los pelos y se enrocan (pero rompen el partido en dos o en cachos). 3.- Pierden por bastante o por poco (pero entran en escena errejones y bescansas, tranquilizan la corrala y los sondeos vuelven a sonreírles recuperando voto transversal de quienes huyen del mal menor de riveritas y pedritos).

Sócrates pide a las bases de Podemos que demuestren su espíritu revolucionario estrenando antes en casa la guillotina que piden para las plazas.