Diario de León

Cornada de lobo

Ni o ni a... sea e

Publicado por
GARCÍA TRAPIELLO
León

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La política inclusiva pide vez y ley para entrar al diccionario a curarle su vicioso cuño patriarcal. Sin duda hay ahí corrección obligada y oportuna, aunque a veces -y esto no es bueno para la causa- se desproporciona el celo en castrar algunas voces de su altivez masculina o destrompar falopiamente al padre que las engendró, que en definitiva fue el pueblo llano en el que nacen las lenguas en su rodar... ¿y acaso no es soberano el pueblo?... sí, pero sin dejar muda a la puebla, corro de casas donde vive la gente y arde el fuego de las costumbres que atiza la lengua materna.

Hay una corriente sugiriendo una solución que evitaría la guerra entre géneros gramaticales invitando a la «e» vestida de árbitro: ¡fuera ese todas, todos o tod@s!... y ¡viva el todes!...

Manín, el de Lastres, encantado; esa solución ya la averiguó hace mucho el bable andante/cantante; la gente de las hablas asturianas resolvió el lío metiendo ahí su e o la u: «todes les mañanes, cuandu me levantu, tengu yo el mi nabu más duru q’un cantu» (Peláez aconsejó a Manín elegir otra copla de ejemplo: oí fíu, con esta sacas a pasear algo que invita a cortártelo).

Pero insistió con otros casos irrefutables para demostrar que la e funciona a las mil maravillas y que se le entiende todo como si cantas lo de «quende Fernende sépteme esebe peleté», ¿quién no ve a la primera lo que se dice ahí?; y se desató nuestro buen llastrino trayendo más ejemplos: ni médicos ni médicas, médiques; y abogades, zapateres, periodistes, enfermeres, cocineres, fotógrafes, maestres, panaderes... y estén tranquilos albañiles, sastres, agentes, presidentes, jueces o linieres, que con ellos no va el arreglo y, virgencita-virgencita, se quedan como están.

Sócrates se zafó del lío recordando que la palabra sólo es un mapa que dibuja o representa una realidad y que, como todo mapa, nunca será la realidad que describen. Es la voluntad de ser y no el diccionario la que concede o quita el valor de las personas.

Y ya puestos, Peláez propuso que las palabras en liza acaben en «íviris», muy musical además: todíviris, pilotíviris, pintoríviris, obreríviris...

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