Diario de León
Publicado por
GARCÍA TRAPIELLO
León

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Villancico canta este tiempo de mala uva y lleno de gentes confusas e irascibles, villancico con espoleta entonado aldededor de un belén hecho de cera de la que arde: «Noche de paz...ífica guerra, noche de odio amoroso... mirad, pastores, atended, borregas, está naciendo un redentor en cada establo con mula estéril y buey castrado, corceles ideales para todo rencor viejo, la terquedad mulera y la fuerza bruta uncidas por el mismo yugo (con o sin flechas)... venid y adorad al nuevo portento».

No se respiran buenos aires. No. Además, la Navidad ya cayó encima y en ella se incuban los rencores más bellos porque no hay odios ni mazapanes como los hechos en casa, con todos allí, siempre el enemigo dentro... aunque si hubiera alguien de fuera como enemigo de todos, los rencores se unirán contra él y en Nochebuena cenarán a su salud un gran menú, ese que en una masía del alto Ampurdán, por ejemplo, podría ir así: tirrias en vinagreta benedictina de Poblet para bendecir la mesa, tapitas de antipatía, conjuramentos en hojaldre antiespañol, inquinas históricas con anchoas de L’Escala, botifarra de aborrecimiento pascual, turnedó de fobia en salsa eslovena, sorbete de abominación, turrón estelado cuatribarrado de «coco» y yema, dulce exaltación de ombligo confitado... y cánticos regionales escarchados.

Llegados a este punto, Octavito pregunta si en esa masía odiarán todo producto navideño español con el que gana lo suyo el «enemigo», pero cayó en la cuenta, la pregunta era idiota, «no van a ser ellos menos que todos los de la trinchera nacional juramentados para que jamás entre en sus casas una botella de puto cava... las cosas van así, los enemigos se imitan... y en las familias de guarida tradicional esta noche es ideal para hacer repasos de lo que se añora, de los caídos y de lo que les roban... las emociones afloran fácil y, si se ayudan de anís, mejor, su pedo es siempre llorón... he aquí la noche más indicada para prometerse guerras santas».... ¡ostitú, no jodas, Octavito!, dijimos... y fue el tío, cogió una botella de anís La Castellana y una cuchara y amenazó con tocarnos el vidrio.

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