Memoria en riada

Como mañana se filandonea en la vieja Casa de Carnicerías («de Pescaderías» en esta ocasión, Semana Internacional de la Trucha), me bajan los recuerdos en riada de agua entoldada como cuando el deshielo vuelca al río una primavera canosa que alegra a los peces. Pero si uno tiene que pescar en los recuerdos, malo; eso quiere decir que... o el río está trallado o la caña en huelga o que la pescata es ya solo una desvaída foto en sepia, pues lo primero que me reburdia en la memoria es aquel tener que abandonar a regañadientes el río cuando en la cesta ya se alojaba el cupo de 24 truchas establecido cuando empecé en esto, allá cuando mi padre nos convirtió a tres de los nueve hermanos en pescadores de caña tras haberlo sido siempre de «chapuzo» a pulmón libre él, a mano nosotros algún día de verano o de tresmallo una vez al año, aunque en una ocasión le vimos también lanzar la relumbrera o garrafa, que tiene su arte y mucho intríngulis; pero en ninguna lobada furtiva se buscó o se toleró el daño, alegaré siempre en mi descargo, si es que huviera que descargarse de algo.

Así estaba la cosa yendo por lo legal: 24 truchas y 18 cms. talla mínima, cupo que se iría reduciendo cada poco hasta llegar al hoy de cero patatero, salvo esos casos en que te dejan sacar dos, o sea, pagando. Sin duda la medida está permitiendo recuperar población truchera, pero si se perdió, ¿quién fue el culpable o el consentidor?... si alguien acusa de ello a los pescadores, o esconde su propia culpa o no quiere ver las fechorías que le han hecho a estos ríos, presos hoy, robados o enguarrados de vertido (róbales la casa a las truchas, ¿y dónde irán a vivir?, al cuerno), siendo ahora lo más urgente renaturalizarlos, devolverles su dibujo y pedreras, sus charqueras y el viejo soto espeso; en fin, que vuelvan a ser los ríos que hace solo 60 años aún me parecían ríos; quizá las truchas vuelvan a sentirse como en casa y torne la fertilidad que aún palpé en aquellos años... y volvería un cupo de docenita para que el descaste cumpla su función biológica y tenga la abuela su día de truchas de verdad.