Diario de León
Publicado por
GARCÍA TRAPIELLO
León

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Lo malo de poner de moda palabras raras o resucitadas es soportar después el abuso y el alarde lorito que llega a hacerse de ellas. Hace diez años, por ejemplo, ¿quién sabía qué puñetas era «resiliencia»?, pero ahora nos llueve a todas horas como si se doctorara en algo quien la usa.

Se celebraron en Murias de Paredes unos talleres del proyecto titulado «Mejora de la resiliencia en socioecosistemas de montaña». Y no debió ser difícil ver ante el cartel anunciador al típico lugareño perplejo rascándose la nuca hasta llevar la boina a tapar los ojos... ¿resiliencia?, ¿socioecosistemas?...

Sin embargo, la palabra es vieja porque la trajo el latín (resiliens: que vuelve atrás, rebota), aunque fueron los ingleses los que nos la empaquetaron esta vez (¿por eso triunfa tanto?), resilience. Nuestro diccionario la define como «1.- Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos. 2.- Capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido».

¿Y qué es lo que te perturba en tu quejumbre y turbación, León?, preguntaría la echadora de cartas Esperanza Gracia sugiriendo algún conjuro o ensalmo para «este mal que no mejora», aunque lo que propone Peláez es un congreso, «León y la resiliencia: veinte siglos de paciencia o de la paja a la indolencia». A su vez, Octavito dio el turno y la bandurria a nuestro cuasiciego de cordel para que metiera su copla; y bien fácil le salió: «León, impar y resiliente que, entre antiguos y modernos, juntas más de dos mil cuernos y ninguno algo valiente que embista a este mal eterno mientras andas tú caliente».

Pero Sócrates saluda iniciativas como esta de Murias y que se indague cómo sortear la muerte de la Montaña aquí o en Huesca esperando no tener que decir después «todo quedó en lo hablado como en la escuela de Mora»... y añade que si en 1960 cabían 150.000 ovejas en estas montañas, ¿no cabrían hoy tan solo 30.000? o ¿hay que adaptarse al cero resiliente?... ¡maldita resiliencia!...

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