Una medida temporal para afrontar con ganas el nuevo reto

Cruz Roja colabora en la búsqueda de familias de acogida que velen por la seguridad y el desarrollo del menor de forma temporal mientras las entidades aprueban el regreso del niño o de la niña con su familia biológica o mientras aparece una familia adoptiva en caso de los progenitores pierdan la tutela del menor de carácter definitivo.

Elena, una madre de acogida, nunca se llegó a imaginar que su vida cambiaría el día que conoció a una niña con Síndrome de Down con esta peculiaridad un buen día que decidió visitar a una de sus amigas. «Sin duda alguna, ella nos animó a ofrecernos como familia de acogida», cuenta. Y 20 años después continua siendo una de las opciones temporales que se abren ante estos niños y niñas para que puedan tener una vida normalizada. Por su casa ya han discurrido 17 menores de todas las edades. «Incluso, recién nacidos». Ella relata que una vez que los menores tienen que regresar con su familia o son dados en adopción, las despedidas son realmente amargas «aunque no siempre pierdo el contacto con los chicos, me gusta que se acuerden de mi y me visiten». Elena es consciente de la labor humanitaria que realiza, pero resalta que estos niños y niñas también tienen mucho que ofrecer. Sin ir más lejos, para ella supone vitalidad «me falta algo cuando no tengo a ninguno en casa, ellos me aportan mucho y me completan».

La trabajadora social Camino Sanz y la psicóloga Olga Rodríguez insisten en que esta medida es temporal, «no son una familia definitiva para los menores, en ningún momento son la sustitución de la figura materna o paterna». Las familias de acogida son evaluadas previamente y preparadas para entender que los niños estarán un par de meses con ellos y se irán.