Diario de León

Geografías leonesas de Xuan Bello

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alfonso garcía

Todos fabulamos porque la memoria también es ficción». Es esta una de las afirmaciones de José Luis García Martín en la presentación del libro de Xuan Bello Incierta historia de la verdad.

«No narra quien algo sabe —escribe el autor en las páginas de este libro— sino aquel que busca saber algo… Tantas veces, al narrar una historia, la inventamos… Irremediablemente somos nosotros cuando nos contamos”. Pese a su fama de fabulador, pocos autores han puesto como él su vida cotidiana en los libros, y en breves dosis de lectura como es el caso que nos ocupa, enhebra los textos como el que une todas las cosas mediante un hilo conductor secreto que hace que esta colección de reflexiones se convierta en un recorrido por el tiempo. «La memoria –afirma Xuan Bello en otro momento- es trabajo de ficción, sí, pero los personajes, los sucesos, la sensación de vértigo no surgen de la nada, no escogemos los accidentes del recuerdo: vienen, muy temprano, aun cuando no ha despuntado el alma; como símbolos ciegos que debemos descifrar nos preguntan si seguimos siendo. Vuelven, amortiguadas por la distancia, imágenes que creíamos eran materia de un olvido exacto y desolador». Xuan Bello tiene sus orígenes en el berciano Borrenes, pero nació (1965) en el pueblo asturiano de Paniceiros. Precisamente su Historia Universal de Paniceiros se convirtió en su momento en uno de los libros más destacados del panorama español. Poeta, ensayista, narrador, traductor, referencia cultural siempre, es un nombre destacado del actual panorama de la actual literatura española, de forma singular de la escrita en asturiano.

Quizá por sus orígenes, acaso por la cercanía, quién sabe si por su permanente curiosidad, acerca lo leonés a un mundo muy próximo al suyo, seguramente convencido de la geografía humana y espiritual de Poniente o del Noroeste, territorio que trazó literariamente el villafranquino Pereira. A él se refiere el asturiano: «Antonio Pereira, de tan grata memoria, dibuja un mundo muy nuestro: el centro en su Villafranca, Ponferrada a un lado, por el camino Astorga y no muy lejos Braga y Asturias. No importa la precisión geográfica: sería muy hermoso un atlas literario de la geografía». Además de la real hay una geografía sentimental que, entre tantas otras ocasiones, evoca en el texto titulado El color del agua al hablar de algunas fuentes, entre ellas una de Caces, donde vive, escondida en el bosque. «No la conozco –escribe-. Me dice Tello que un camino yermo conduce hasta ella. Yo me imagino que le dirá, a quien por allí se acerque arriesgándose entre matos y sebes, estos versos de Leopoldo Panero: «Estamos siempre solos. Cae el viento / entre los encinares y la vega. / A nuestro corazón el ruido llega / del campo silencioso y polvoriento». No son versos de circunstancias, sino bien asumidos e interiorizados, porque apostilla a continuación: «Es algo que me asombra: cómo las fuentes repiten los versos que me sé de memoria».

Por las páginas de Incierta historia de la verdad desfilan recuerdos, memorias, personajes, espacios… Cualquier motivo y sus retazos, intensos y diversos, son capaces de construir una muestra enlazada de reflexiones, sugerencias y estallidos que provocan en el lector, a buen seguro, un buen cúmulo de sensaciones, bien por paralelismo, quizá por admiración, que nunca se sabe muy bien dónde están los límites, especialmente cuando se supera, y cómo, la anécdota. Y es que de esa prosa tan personal hay muchas lecturas, una capacidad enorme de reflexión, de brillantez evidente. «Las palabras –escribe- importan mucho precisamente por eso: porque rodean la realidad desvelándola. Las palabras son centinelas del secreto, son la premonición de la aurora en medio de la noche».

A veces con pocas palabras define o suscita la curiosidad. Por ejemplo, en el ámbito de las geografías a que nos referimos: «Al otro lado, pasando el puerto, está la desolada tierra de Babia y no muy lejos, en cualquier hogar, un corazón que piensa, un corazón que se sorprende de la delicada y fría manera que tiene la noche de hablar en su lenguaje» (Los caballos de la nieve). En Nuestra Señora de la Lluvia suscita, sin duda, la curiosidad: «En Astorga, no lo sabía, se venera a Nuestra Señora de la Lluvia. A mí, más allá de la creencia en la Madre de Dios, de esa clara bondad que tiene raíces infinitas en el subconsciente humano, me parece una imagen delicada y poderosa». ¿Se referirá, me pregunto sin muchos argumentos, a la Virgen de las rogativas de Castrotierra? ¿Acaso a la «hermana», en expresión de M. A. Reinares, que la esperaba en la ciudad maragata, según una tradición que, al parecer, se ha perdido? Los textos que suscitan curiosidad tienen, sin duda, el valor no tanto de incomodarnos como de adentrarnos en ellas, una forma activa de lectura.

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