Diario de León
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León

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josé enrique martínez

En distintas ocasiones nos hemos ocupado de la poesía del argentino Hugo Mujica, en concreto de títulos tan expresivos de la desnudez verbal como Cuando todo calla (2013) y Barro desnudo (2016). Ante nosotros tenemos su nuevo poemario, A las estrellas lo inmenso. Como en sus obras anteriores, el poeta se instala en la ascesis retórica porque lo que dice no necesita más palabras que las esenciales, y acaso precisa tanto del silencio como de la palabra. Algún poema nos aclara el título del libro: «Va siendo noche, / llega el silencio / y lo inmenso / titila honduras».

Hugo Mujica pertenece a una tradición poética que prescinde de la hojarasca verbal y comprime, sugiere, apunta. El poema se reduce a lo mínimo y, como resultado, exige un lector implicado, demorado, inquisitivo. La mística y, en nuestra época, poetas como Valente, Paul Celan o René Char han desbrozado el camino. En ellos, la posible oscuridad o dificultad es un efecto, una consecuencia y no un principio. No es una oscuridad buscada, sino brotada del interior del poeta.

En el caso de Hugo Mujica la dificultad, si la hay, proviene de la sustancia misma de su poesía. El primer poema de A las estrellas lo inmenso nos sitúa en el centro de sus preocupaciones: la fugacidad de todo, la caducidad humana. La imagen es un relámpago que rasga la noche sin desvelar su misterio: «esa noche es el misterio / ese tajo lo que somos». Muchos otros poemas inciden en esa luz momentánea, como un «tajo» en la noche, palabra que reitera en varias composiciones, como también la imagen de la estrella fugaz en la que el universo se hermana con nosotros: «Chispa en la noche / el crepitar de cada vida. / Nada se quema en vano: / todo lo que arde muere / iluminando». La vida es soplo único, día entre dos noches, río entre dos orillas; entre el nacer y el morir, el hombre es un náufrago aferrado a la vida hasta el regreso a la nada. Solo el ahora existe, un presente huidizo para «abrazar la vida / mientras nos besa la muerte».

Otros asuntos acceden al poema relacionados con el anterior: por ejemplo, el destino azaroso del vivir o los elevados anhelos del hombre que expresa un hermoso poema: «Herido de alas anhela / el pájaro ir más alto / que su vuelo. / No deseo de infinito: / infinitud del deseo». Podemos observar, por último, cómo lo de fuera (estrella fugaz, pájaro, olas del mar, etc.) sirve de imagen o referente para lo interior, sea un breve pensamiento o una sucinta consideración.

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