Diario de León

EL OCASO DE LOS INSECTOS

La fauna minúscula se acaba en España. Cada año, el país gasta más de siete millones de euros en comprar abejas y mariquitas para compensar su pérdida

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Por 40 euros los agricultores, sobre todo los de los invernaderos del sur de la península, compran una colonia de abejorros comunes (‘Bombus terrestris’), con unos 70 obreros capaces de polinizar más de mil metros cuadrados. Para esparcir el polen en un área algo mayor también sirven unas 400 abejas (‘Osmia cornuta’) que valen 295 euros. España compra insectos, criados en Alemania, Países Bajos y Bélgica ante el declive de su propia fauna desde hace más de 25 años.

«A veces se escapan y muchas veces no sabes si son de aquí o de allá», dice José Luis Viejo, entomólogo de la Universidad Autónoma de Madrid. «No se ha controlado y hay un desmadre en las últimas décadas».

El recién publicado ‘Atlas de los insectos’, editado por la Fundación Heinrich Böll y Amigos de la Tierra, alerta del «declive de las poblaciones y la diversidad de los insectos». De las 50.000 especies conocidas en España, según afirma Viejo, los polinizadores se encuentran en un riesgo mayor.

«Las abejas no están nada bien», explica el experto en esta fauna minúscula. «Estuvieron bien con la actividad agropastoral tradicional, pero ahora les afectan los venenos para la agricultura intensiva y los plaguicidas y herbicidas. También hay un problema de gestión inadecuada de las colmenas. Porque la abeja silvestre, de las que hay miles de especies, compiten con las de la apicultura. Pero el principal problema es la desaparición de la vegetación natural».

No sólo se importan insectos para mejorar las cosechas bajo plástico. También para combatir la plaga que puede ganar kilómetros en su búsqueda de nuevas plantas que devorar, como sucede con la larva de mariposa que apareció hace 30 años para destrozar los geranios. Se compran por internet y llegan por correo.

Por 150 euros se compran 250 mariquitas (‘Cryptodaemus montrouzieri’) que limpian de cochinillas unos 130 metros cuadrados, o unos ácaros (‘Phytoseiulus persimilis’) que se alimentan de otros ácaros que sí comen fruta. Cinco mil son suficientes para tener bajo control cien metros cuadrados.

Cada año España importa insectos por 7,1 millones de euros, el equivalente a diez millones de abejas o doce millones de abejorros, que en la siguiente temporada se deben reponer de otras colmenas de crianza.

Tampoco las mariposas, los insectos con más devotos, viven su mejor momento. En un área controlada, como la reserva natural El Regajal-Mar de Ontígola (Madrid), se ha extinguido cerca del 10% de su variedad y otras 28 «son muy escasas», según el proyecto Butterfly Monitoring Scheme. Otras especies no han tenido la monitorización de las mariposas. «A los insectos hay que irlos a buscar en determinadas épocas», explica Viejo. «No es como las aves, que son 400 especies y miles de observadores».

El ojo de un entomólogo es distinto al de un explorador cualquiera, que puede ver a varios metros de distancia a una cucaracha por «llamativa y repulsiva», pero es incapaz de apreciar los nematodos que hay en la tierra bajo su zapato.

«Una cosa es lo que veamos y otra lo que hay», prosigue Viejo, que vive en una casa de campo con cuatro encinas. «Qué sabemos de los coleópteros. Si abres una bellota recogida del suelo, la mayor parte tiene larvas de un gorgojo. De los insectos no sabemos su biomasa ni su número».

Y sin embargo se extinguen estos «pilares de la vida», según Raúl Gómez, director de la Fundación Transición Verde.

«En el pasado, los campos y praderas europeos estaban repletos de insectos que zumbaban de flor en flor buscando néctar y polen», empiezan con nostalgia los autores del atlas, entre los que se cuenta Viejo en la edición española. «Los estudios parciales indican claramente una disminución tanto en la cantidad de especies como en el número de individuos en todo tipo de ecosistemas».

Se responsabiliza a la expansión y la intensificación de la agricultura. «La evidencia es clara: el uso de pesticidas está acabando con las poblaciones de insectos», sostiene Lawrence Sudlow, coordinador de Biodiversidad de Amigos de la Tierra.

En octubre la Unión Europea trazó una nueva estrategia de biodiversidad y una reforma de política agraria que, según los ecologistas, parece insuficiente para revertir que el 41% de las especies está en declive. Se trata de evitar la extinción de unos 1.400 millones de insectos por cada persona en el planeta.

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