Diario de León
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c María P. Herrero titula su carta ‘Entrar a por uvas’: «No pretendo desde estas líneas, apropiarme del Copyright, de The grapes of de Warth , novela de J. Steinbeck, y sobre la que J. Ford, en 1940, realizó una excelente película, que narra la marcha de una familia de campesinos de Oklahoma, hacia la tierra prometida de California, y que constituye, una denuncia social del estado de campo y del absoluto abandono de sus habitantes, en el Oeste de los Estados Unidos de Norte América; tampoco pretendo para mí, la denominación de Uvas de la Ira , que el ejercito judío, dio a la operación de castigo contra los palestinos por el hostigamiento de estos, a los colonos en la zona de Gaza y Cisjordania, sino simplemente, desde aquí, y ahora, hacer un ejercicio de lenguaje, y a partir de los significados de ‘UVA’ e ‘IRA’, contarles a Vds., amables lectores, lo que yo creo un cuento sobre el tema.

‘UVA’, del latín ‘uvam’, se define, como baya comestible, mas o menos redondeada y jugosa, que nace apiñada con otras formando racimos, entre las muchas frases, que, construidas con esta palabra, el uso cotidiano del lenguaje nos brinda, esta ‘entrar a por uvas’, que no es más que arriesgarse a intervenir, en un asunto, normalmente delicado, y que sin duda denota, independencia y valentía, así como, tenacidad y decisión, y yo, estén seguros, entrare a por uvas al final del cuento.

‘IRA’, palabra también derivada del latín ‘iram’, viene definida en el Diccionario de la lengua, como irritación o enfado, que suele ser o devenir en violenta, cuando los hechos, desbordan la paciencia, y que algunas veces, hacen perder el dominio sobre sí misma; Como comentario a pie de pagina, contaré, de lo que conozco, por mi avidez de lectura, sobre algunos tipos de ira, ‘La ira regia’ y ‘la ira de los elementos’, la ‘Ira regia’, que como simple acepción de lenguaje ha llegado a nuestros días, se refiere, a ciertas actuaciones reales , durante la edad media en la Península Ibérica, por la cual, un soberano, desterraba a un súbdito caído en desgracia, siendo las causas de este destierro, desde la simple ‘malquerencia’ del monarca o sus cortesanos hasta los delitos que se creían, eran cometidos en perjuicio del estado, y que llevaban implícita la deslealtad, los súbditos, eran proscritos, y si eran vasallos, el soberano, rompía el vinculo que le unía a ellos, en este caso, los hombres del vasallo, debían de seguir a su señor, y este, desde ese momento, tenia la libertad de poder hacer la guerra al rey o soberano; como las situaciones, con las distancias a la corona y con otros personajes, parecen repetirse, y personajes de cierto pelo, parecen querer usar aquí y ahora, formas anacrónicas muy similares a la ira regia, léase el Comisario Morocho hoy destinado en Canfranc, o el juez Ruz, tan vapuleado como admirado y hoy en un juzgado de tercera desconocido, y todo por intervenir en el caso Gürtel o en el más reciente caso Kitchen, es por lo que, si a estos comentarios anteriores, unimos, lo que podría significar en este contexto, la ‘Ira de los elementos’, que no es otra, que la descarga con contundencia, y con todos los medios al alcance de la airada, contra el causante o causantes de la ira, de los elementos, en este caso, las palabras que conforman frases, párrafos que relatan hechos, y folios que contienen verdades, vamos a llegar muy pronto, a la moraleja de este cuento.

Yo diría a los que aquí se sientan, o crean sentirse aludidos, que no son tantos y por ende tan importantes, que deberían protegerse de las ‘Uvas de la ira’, pronto y bien, aquellos que crean sentirse culpables de abusos, persecuciones y desmanes al amparo de lo que ellos creen ‘ira regia’, pues sobre ellos y con contundencia, se descargara sin duda, la ‘ira de los elementos’, que acabaran con sus andanzas y la de sus cortesanos, en tierras conquistadas».

c Miguel Ángel Loma Pérez escribe que ‘El doctor «Pedrocho» más allá del ridículo’: «Se atribuye a Tarradellas aquello de que en política se puede hacer de todo, menos el ridículo; aserto que perdió credibilidad desde que apareciera Pedro Sánchez en la política española, pues sus escandalosos ridículos (el penúltimo por ahora: la ‘cumbre bilateral’ del pasillo con Joe Biden) apenas le restan apoyos y votos de sus seguidores, siempre dispuestos a acompañarle hasta el barranco.

Un ciego entreguismo el de sus seguidores, difícil de comprender, pues las mentiras y falacias de este catedrático del cinismo, de la doble palabra y del «donde dije digo, digo Diego», son ya tan groseras que no cabe ignorarlas ni enmascararlas.

Y sin embargo, ahí está nuestro encantador de serpientes con su eterna sonrisa y sin perder el respaldo de los miembros de su Gobierno, de la mayoría de militantes de su partido, de sus barones y, salvo tres o cuatro excepciones, de los líderes históricos del socialismo, por mucho que alguno se queje de vez en cuando con la boca chica. Y ahora va este doctor ‘Pedrocho’, que si le creciera la nariz con cada trola dejaría chato al mismísimo Pinocho, y no se corta un pelo en pedirnos magnanimidad, generosidad y confianza en su palabra (?), para indultar a los traidores que quisieron robarnos Cataluña a todos los españoles. Un indulto que es el precio de la indignidad para seguir gobernando».

¿Está planificando unas vacaciones parecidas a

las de los veranos anteriores

a la pandemia?

SÍ 20%

NO 80%

Cree acertadas las críticas por el nivel

de servicio ferroviario que ofrece Renfe

en la provincia

de León?

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