Diario de León

Venidos a menos, un problema de familia

l La escritora Elisa Riera presenta con la editorial Astiberri la novela gráfica ‘La estirpe fracasada’

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León

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sergio andreu

Tener un buen título ayuda mucho y, sin duda, La estirpe fracasada es muy buen título para una novela gráfica, el culebrón familiar de Elisa Riera sobre los Munsé, una saga decadente, más en lo moral que en lo económico, a los que esta ilustradora retrata de forma grotesca y sin pizca de piedad. Y si, como apunta el socorrido comienzo de Anna Karenina de Tolstoi, «todas las familias felices se asemejan, cada familia infeliz es infeliz a su modo», los desgraciados Munsé de Riera (Barcelona, 1981) arremeten contra ellos mismos y contra las raíces de su árbol genealógico con una «mala baba y una saña que seguramente no dedicarían a nadie ajeno a su sangre».

Rera explica que para este trabajo —su tercera novela gráfica, la primera de pura ficción— fue anotando historias que le llegaban sobre miserias de diferentes fuentes (prefiere no dar más datos al respecto), un «archivo enorme» que iba anotando en el móvil y que le ha ayudado a crear una galería de «personajes tipo» que ha sintetizado bajo un solo apellido. La saga de los Munsé la conforman varias ramas de una familia catalana «de toda la vida» que se resiste a perder poder social y privilegios y que, mientras tanto, luchan cuerpo a cuerpo por los títulos nobiliarios y herencias en un combate de afilados cuchillos verbales, infidelidades, fanatismo religioso, alcoholismo y locura. Vamos, los componentes clásicos de un buen culebrón de sobremesa.

«Me di cuenta que bajo ese título encajaban todos los personajes e historias si lo transformaba en única familia, quería que se creara una situación casi ridícula, con todos los dramas y las miserias. Exagerar los caracteres, si alguien es muy machista que lo fuera de forma cutre, el avaricioso... en extremo. Gente muy mala pero a la vez muy naif, que al final resultaran ridículos», desvela. Para Riera, «definitivamente sí», este tipo de miseria moral es más habitual en las clases altas que en las medias y trabajadoras: «Porque pisan menos el suelo, su moralidad está en un nivel distinto al de las personas que vivimos en un piso normal. Hay cosas que salen en el libro que las he llegado a escuchar, como cuando uno de los personajes dice con cierta aprensión ‘es la primera vez que me pongo una cosa de Zara’», explica Riera. La estirpe fracasada (Astiberri) es una novela gráfica en cuatro actos que deja a su aire a la veintena de personajes en unos escenarios costumbristas—una boda, la celebración de la vendimia en una finca de una yerno de Valladolid, la navidad y un funeral— donde despliegan, sin pudor, sus protocolos de vanidad, derribo y cortejo. «Cuando estás en familia y te relacionas con ella, llegas a límites que con amigos o amigas no alcanzas porque existen unos lazos invisibles que, aunque no quieras, te hacen hacer y sentir cosas distintas que con tu círculo de amistad», subraya la autora.

Acostumbrada en sus otras obras a la autoficción, en las que ella misma era la protagonista, Riera tuvo que hacerse un mapa para componer sin perderse La estirpe fracasada con los personajes creados, a los que les añadía «características y otros elementos a tener en cuenta, para que cada uno representara valores, principalmente negativos». La autora quería que ninguno de esos personajes cayera especialmente bien, que el lector no supiera con quién identificarse. «Y me costó mucho, acostumbrada a hablar sobre mí, cuando empecé con la ficción me parecía algo muy difícil, ponerme en la piel de gente que diría cosas que yo no digo, como, por ejemplo ‘subnormal’ o que se ríe de esa forma de los demás», indica Riera, que entiende que este tipo de sagas autoindulgentes con sus delirios de grandeza están abocadas a desaparecer, «son modelos que ya no encajan».

La dibujante tuvo una doble presión a la hora de entregar su trabajo, la habitual, que un editor imprime a los autores, pero, sobre todo, el hecho de que estaba embarazada y salía de cuentas. «Entregué los últimos cambios la noche antes de parir (un niño fue). Parece que se dijo: ‘voy a respetar el trabajo de mi madre’», comenta la autora, a quien su novio tuvo que ayudar con los bocadillos de las viñetas, y que especuló hasta el final si el bebé iba a llegar antes que el cómic.

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